Plaga de cotorras

ABC 13/03/16
ANTONIO BURGOS

· Viendo el espectáculo de la investidura me viene a la mente la frase de san Agustín: «Cotorreo de cotorreo y todo cotorreo»

IGUAL que la primavera de hecho ya ha venido, con los naranjos en flor y los primeros vencejos, avisan alarmados en que nadie sabe cómo ha sido que a los parques y jardines de Sevilla han llegado medio millar de cotorras. La cotorra, como la muerte a los hombres, iguala a las ciudades. Si en tu ciudad no hay cotorras, es que vives en una mierda de pueblo, sin plagas de aves invasoras en la birria de jardines que tenéis, ni nada de nada. Y lo de Sevilla con las cotorras, según leo, es nada. En Madrid hay 8.200 cotorras sueltas. Y en Barcelona, 6.800. Ya mismito estoy viendo a Ada Colau largar fiesta contra el centralismo opresor de los españolistas porque, hombre, Barcelona no va a tener menos cotorras que Madrid, ¿cómo va a ser eso, si además la cotorra tiene una facilidad enorme para los idiomas y se aprenderá la lengua de Pompeu Fabra en menos que canta un gallo (e incluso un belmonte)?

La plaga de cotorras en mi tierra no me ha sorprendido en absoluto. Dicen que se estima que en toda España hay más de 20.000 cotorras. ¿Sólo 20.000 cotorras? Pocas me parecen. Para mí que debemos de andar, tirando corto, por los diez o los quince millones. Cotorras de las que me preocupan de verdad y deben preocuparle a usted, a poco patriota que se sienta. Porque no hablo de estas emplumadas cotorras verdosas como mi Betis bueno, que andan por las ramas de los árboles públicos y no le hacen daño a nadie. Hablo de las cotorras dañinas, de la peor especie de cotorras que se conoce: las cotorras políticas y las cotorras mediáticas. Las cotorras que, sin causa justificada ni argumentos conocidos, se pasan el día largando fiesta en cuanto ven un micrófono y no paran de hablar. ¿Han contado las cotorras que hay en las tertulias, en las ejecutivas de los partidos? Es que no paran, liándola cada vez más y poniendo cada día más difícil el futuro de la nación, la prosperidad de la economía y la unidad de la Patria.

Esta plaga peligrosísima de cotorras invasoras del poder y de los medios la padecemos en España desde el pasado 20 de diciembre. Cotorras de derechas y cotorras de izquierda. Cotorras del sistema y cotorras contra el sistema. Cotorras de partidos tradicionales y cotorras de partidos emergentes, ¡arriba el periscopio! Cotorras separatistas y cotorras con sentido constitucional de la Patria. Cotorras progres y cotorras fachas. Todas raja que te raja, grita que te grita. El día que los periódicos, las radios, las televisiones hicieran un pacto y dejaran de dar altavoz a las chorradas de las cotorras, que tan poco tiene que ver con los problemas reales de España y con la práctica paralización de la economía, habría transistores en silencio, páginas en blanco, pantallas fundidas a negro. Una maravilla.

No sé si están echando las cuentas, pero en todo este lamentable y largo proceso cuya finalidad consiste en que no ganen los que triunfaron y que, por el contrario, venzan los que perdieron (algo así como lo que han manipulado con la Guerra Civil por medio de la Memoria Histórica), las únicas que brillan son las palabras de las cotorras. Los hechos, si existen, no los conocemos. O nos informan de ellos con datos falsos, a fin de que las cotorras de un bando puedan largar contra las del contrario. Viendo el triste espectáculo que estamos dando con los pactos para la investidura me viene a la mente la frase de san Agustín sobre la vanidad, y le doy la vuelta: «Cotorreo de cotorreo y todo cotorreo».

Se acercan los penitenciales días de la Semana Santa y, por muy agnósticas que sean las cotorras y cotorros del cotarro, no vendría nada mal que aprendieran del silencio de alguna primitiva cofradía. ¿Se imaginan qué maravilla sería una semana sin escuchar disparatones y descalificaciones por parte de las cotorras que nos han invadido desde que las urnas dieron lo que dieron el 20-D?