Alberto Ayala-El Correo

  • Con una Bizkaia en la que tradicionalmente se impone el PNV y una Gipuzkoa en la que el dominio suele ser de la izquierda abertzale, nada extraño el esfuerzo de Pradales y Otxandiano en Álava

La futura ley de amnistía superó ayer un nuevo obstáculo al recibir el plácet del pleno del Congreso. La norma quedará ahora congelada dos meses en el Senado antes de ser rechazada por la mayoría de derechas. A finales de mayo volverá a la Cámara baja para su ratificación definitiva.

Todo, según lo previsto por Moncloa desde que Pedro Sánchez, a la luz de los resultados de las generales de julio, decidió autoenmendarse por enésima vez, plegarse a las exigencias del independentismo catalán, que hasta entonces había juzgado anticonstitucionales, para seguir en el poder. Pero lo que tenía que haber sido el inicio de unos meses de relativa tranquilidad para el Gobierno de izquierdas, en los que aprobar los Presupuestos del Estado, saltaba el miércoles por los aires con la decisión de Esquerra (ERC) de disolver el Parlament y convocar autonómicas para mayo. La legislatura entra en tiempo muerto, salvo las novedades que sigan aflorando en materia de corrupción.

Por delante aguardan tres citas con las urnas: las vascas de abril, las catalanas de mayo y las europeas de junio. Y en función de sus resultados, sobre todo del de las catalanas, la gobernabilidad del Estado y la estabilidad del Gobierno de izquierdas quedarán más o menos dañadas.

Este horizonte y los nuevos escándalos de corrupción del PSOE y de la pareja sentimental de la presidenta madrileña Ayuso -que Feijóo intenta extender a la esposa de Sánchez- es harto improbable que pasen a un segundo plano en las cinco semanas que restan hasta las elecciones vascas del 21 de abril. Por más que Ortuzar y su partido eligieran esta fecha para que así fuera.

Estado de máxima inquietud, pues, en el PNV. Por ello y por unas encuestas que insisten machaconamente en que los jeltzales se disputan la victoria con EH Bildu. Y que tampoco dejan nada claro que aunque se impongan los de Ortuzar sumen mayoría absoluta con el PSE en el nuevo Parlamento para poder gobernar con tranquilidad.

Con una Bizkaia en la que tradicionalmente se impone el PNV y una Gipuzkoa en la que el dominio suele ser de la izquierda abertzale, nada extraño el esfuerzo y la dedicación de los dos principales candidatos a relevar a Urkullu en Ajuria Enea (Pradales y Otxandiano) a Álava. Un territorio en el que el escaño suele costar menos de 5.000 votos (por 12.000 en Gipuzkoa y 18.000 en Bizkaia). Y en el que la mala gestión de la sanidad llevada a cabo por los jeltzales los últimos años ha propiciado un notable cabreo ciudadano.

Haría bien Pradales en desgranar y hasta en rubricar sus promesas sanitarias ante notario. En garantizar al PSE, si quiere que siga de socio y le dan los números, que su intención de pactar con EH Bildu el nuevo estatus no implicará volver a tratar de dividir a los vascos en ‘ciudadanos’ y ‘nacionales’. Y en persuadir a la ciudadanía alavesa de que su demanda al Estado para que Euskadi asuma la competencia sobre Foronda y que cuente pronto con vuelos transoceánicos -imposibles desde Loiu por lo reducida de su pista- no es una ocurrencia de campaña y de dudoso gusto tras las cuatro décadas de semiabandono institucional de la terminal alavesa en favor de la vizcaína en materia de pasajeros.