JUAN CARLOS GIRAUTA-ABC

  • Me he perdido el esperpento que anunciaban, el circo y el bochorno que agitaban. ¿Dónde está lo chusco?

Tal como aquí avanzamos, la moción de censura ha sido un feliz y oportuno acontecimiento político que todo demócrata debería celebrar. Ha permitido retratar, respetando bastante la aristotélica unidad de acción, el sectarismo, la ignorancia, la demagogia, la temeridad, los abusos y la opacidad de un Gobierno cuya memoria se resume así: esfuerzo continuado de construir una autocracia capaz de mantener las formas en Europa, los negocios de sus cómplices y la sociedad dependiente. Todo ello apuntalado sobre una falta de alternancia crónica, estructural.

Este golpe, que exige la colonización de diversos órganos institucionales, no lo está dando el PSOE solo. Actúa de consuno con fuerzas que trabajan para romper la unidad de España y terminar con el régimen constitucional. La erección de la autocracia se encuentra, por cierto, en estado avanzado. De hecho, ni la Nación ni el sistema soportarían otra legislatura con esa banda en el poder.

De ahí la importancia y la urgencia de ir con todo. Con todo lo legal, es decir, lo legítimo. Puesto que en la liquidación del sistema Vox iba a ser utilizado (lo estaba siendo ya) como resorte de deslegitimación -en una operación frívolamente tolerada por las élites salidas del bipartidismo-, tiene especial interés que sea ese partido, justamente, portador, recipiente y peana del último símbolo vivo de la Transición: el hombre inmortalizado empuñando la bandera del PCE el día en que Suárez lo legalizó. ¡Serán fascistas!

Me he perdido el esperpento que anunciaban, el circo y el bochorno que agitaban. ¿Dónde está lo chusco? ¿Dónde la ofensa al templo de la representación? En realidad, esta moción es lo más respetuoso con el Parlamento y con el parlamentarismo que se ha visto en muchos años. También una catarsis que si no aprovecha a tanto augur fallido será por orgullo. Y que si no digiere la parte decente del hemiciclo, la que querría seguir viviendo en libertad aunque no sepa exactamente cómo funciona eso, será por fallo multiorgánico interno.

Es una pena que a este acontecimiento decisivo no hayan acudido Sánchez ni Feijóo. Que el autócrata estuvo ausente lo prueba su insistencia en responder a cosas que nadie le decía. Feijóo, él verá. A Casado se lo llevó un tornado con más de un vórtice, pero el primero que actuó fue su chorreo a Abascal en otra moción. ¡Ah, cómo plugo a los suyos aquel error catastrófico!

Transmitido ha quedado el mensaje, necesario y difícil, sobre los peligros que corremos. Con lo de Tamames haz ahora lo que quieras, que ya ha cumplido. De todos modos, sus espaldas anchas y esa perspectiva del que se despide le hacen inmune. Qué paciencia para el paternalismo barato. Sí, el tiempo ha hecho lo suyo y Tamames es quien quedaba. Bien por aceptar el desafío, por cumplir y seguir siendo indomable, por su sordera selectiva y por su discurso, tan bien armado que ni la filtración lo ha gastado.