¡Política!

EL MUNDO 15/12/16
ARCADI ESPADA

LA PRENSA socialdemócrata se pone muy finita con la presunta libertad de expresión de los nacionalistas que queman y rompen fotos del Rey, incluso en sede parlamentaria. El editorial utiliza palabras como «gamberrada», «alborotadores» y «grosería» para rebajar la trascendencia del acto y señala su absoluta irrelevancia a la hora de poner en riesgo el sistema constitucional. No solo eso: señala que el verdadero riesgo para el sistema está precisamente en la intervención de la justicia, en lo que llama, sin asomo de bochorno, la espiral acción-reacción. Se trata de una jocosa e inmoral interpretación del poder de la disuasión, pero no vale perder en ella un minuto. Lo interesante es que se trata de la misma consideración que nuestra prensa hace en torno a la respuesta que merece el gobierno desleal de Cataluña para el que reclama, con la boca más o menos pequeña, según la circunstancia, política y no tribunales. A su vez esta exigencia de respuesta política es hija de la mentira principal y más dañina en torno del proceso de secesión, que es la de sostener que el proceso es, en el fondo, la respuesta inadecuada a una injusticia. Como nuestra prensa está convencida, de un modo cómplice, que existe una injusticia que tanto puede llamarse «corredor mediterráneo» como «agresiones al catalán» cree que no vale la pena excitar a la fiera con represalias judiciales, porque una vez resuelta la injusticia la fiera se convertirá en un adorable caniche. Ni que decir tiene que ha sido el ejercicio de estos planteamientos durante 40 años el que ha convertido al caniche en una fiera repulsiva.

La ley sostiene que en España las vejaciones al jefe del Estado pueden ser objeto de delito. De ahí que lo que esté pidiendo nuestra prensa sea, en puridad, la suspensión de la ley. Pero lo más extraordinario de la maniobra de apaciguamiento, de la irrelevancia gamberra a que se pretende reducir la vejación institucional, es que las sentidas palabras del editorialista se publican un día después de que nuestra prensa (este periódico hizo lo mismo, pero sin editorial fariseo) diera a cuatro columnas en su portada las fotografías de tres diputadas de la CUP procediendo a romper con toda minuciosidad fotografías del Rey de España. No solo exige que la justicia se inhiba sobre los delincuentes, sino que previamente les da altavoz y propaganda. Así es nuestra prensa: alborotadora, gamberra y grosera entre sus inmaculados corondeles.