Por la Moncloa Ma-to

ABC 16/12/15
ANTONIO BURGOS

· Quien le preparó el debate a Sánchez fue Belén Esteban. Por eso aplicó la Táctica Toño para acabar con Rajoy

SI en una esquina a oscuras y a altas horas de la noche le sale a usted un atracador con una navaja cachicuerna en la mano, no puede bajo ningún concepto decirle: —¡Hasta aquí hemos llegado! Tome, buen hombre, este florete. Según las caballerescas reglas del honor, con el arte de la esgrima vamos a discutir eso que usted me pide: si le doy la cartera y el teléfono móvil o no.

¿Se imaginan la escena, no? Pues estoy harto de verla. Es lo que siempre le hace el PSOE al PP: engañarlo, descolocarlo y darle la puñalá trapera. «Pásalo». No de ahora: desde tiempos de Aznar, cuando González venía con el cuchillo entre los dientes, al abordaje, y el otro esgrimía su florete según el código del honor. Y volvía a suceder con ZP. Rajoy acudía a La Moncloa para que lo engañaran reiteradamente como a un chino y no como a un gallego de Pontevedra. No me extraña, pues, nada de lo ocurrido en el debate ante el impasible ademán de Campo Vidal (beneficiario de mamelas audiovisuales del PSOE), quien no iba de moderador, sino de carapapa. No me extraña que Sánchez, del Cuerpo General de Insultadores del Reino, fuera de matón de discoteca, con la injuria y la calumnia por delante, sabedor de que Rajoy es un caballero y no le iba decir lo que a muchos espectadores nos pedía el cuerpo que le largara: —¡Pues yo me defeco en tus castas toas! O que, por lo menos, le dijera, ya que el otro venía pidiendo bronca de taberna:

—Eso de que no soy decente me lo vas a decir en la calle, si tienes co… nocimiento de mi paso por algún juzgado.

Pero no. Arriola, el banderillero de confianza de Rajoy para estas encerronas con seis de Cuadri o de Miura, el que desde la boca del burladero le dice que le dé distancia, o que no se la quite del hocico, ha debido de leer mucho a Calderón de la Barca. O por lo menos del Hidropedal de una playa de la malagueña tierra de su señora esposa. Porque ante los insultos descalificadores, pero incalificables, de Sánchez, Rajoy rompió en calderoniano: «Usted es ruin, mezquino y deleznable».

Volviendo a la navaja cachicuerna que utilizar suele el PSOE contra el PP, el debate en este punto se puso completamente siglo XIX. De Zorrilla, López de Ayala o algo así. Faltó únicamente que Campo, que contemplaba el debate desde la playa, sin atajar los insultos, en ese momento, con una berlina al fondo y unos testigos con negra levita y sombrero de copa de la misma color, sacara un estuche de piel y ofreciera a los dos contendientes las pistolas para el duelo a primera sangre. Pero, claro, para batirse en duelo hay que tener honor, y creo que esa palabra no viene en el Diccionario de Campaña de Sánchez. Ni en los papeles plastificados que enseñó. ¿Por qué no hicieron como en «Sálvame», que no exhiben papeles para demostrar cosas, sino que ponen «un total» de Rosa de Benito o de Kiko Rivera? En la empapelada mesa donde hicieron el papelón ganaban los pulcros folios plastificados del Guapo sobre las hojas de cuaderno de gusanillo del presidente. Yo esperaba vídeos, porque los insultos en plan «Sálvame» ya estaban allí. Mejor que Campo Vidal debía haber moderado el debate Jorge Javier Vázquez, que tiene más tablas en ver cómo los colaboradores se insultan entre ellos para ganar audiencia. Votos en este caso.

Por eso, más que Arriola, a Rajoy tenía que haberle ayudado a preparar el debate Belén Esteban. Se quedó en el nombre, no en el apellido. Mientras era insultado a babor y estribor estaba en Belén con los pastores de la recuperación económica y del rescate. Y me ha dicho un pajarito (el pajarito de Maduro) que quien le preparó el debate a Sánchez fue precisamente Belén Esteban. Por eso aplicó la Táctica Toño para acabar con Rajoy. A Sánchez sólo le faltó decir, tras la sarta de insultos y las calderonianas respuestas:

—¡Yo es que por llegar a La Moncloa ma-to!