Daniel Lacalle-El Español
Los fondos europeos se han convertido en una escena de Bienvenido Mr Marshall (Luis G. Berlanga, 1953). El Gobierno mantiene a asociaciones de empresarios y comunidades autónomas callados anunciando «que viene, que viene» y, mientras tanto, se va perdiendo el dinero en un mar burocrático.
La última estimación de la AIReF cierra en un rebote del 5,3% el PIB para el conjunto de 2021 tras caer 10,8% en 2020. Con un aumento de deuda del 8,7% hasta noviembre, y lejos de recuperar el PIB total de 2019 (y mucho menos el privado) estamos viviendo el despilfarro del mayor estímulo fiscal y monetario de la historia para un resultado más que decepcionante.
La deuda ha aumentado en 113.651 millones de euros, el 8,7% en términos interanuales, en noviembre, hasta alcanzar un total de 1,426 billones de euros, es decir, el 121,5% del PIB.
122.439 millones de euros de deuda en 2020 y otros 113.651 millones dese enero a noviembre de 2021 para un rebote de menos de 60.000 millones de PIB es un resultado más que decepcionante. Y eso con un déficit estructural que superará los 52.000 millones de euros anuales en las propias estimaciones del Gobierno.
Los fondos europeos ya nacieron con un grave problema. El afán dirigista y un efecto multiplicador muy bajo, al destinarse la mayoría a gasto sin rentabilidad económica real.
Las señales de alarma ya estaban presentes en el documento de presentación.
El Gobierno de España, en su Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia afirma que «en términos agregados, el empleo generado por el Plan supondrá 12 empleos por cada millón de euros invertido» (pág. 127). Es aterrador. ¡Doce empleos por millón gastado!
De momento, sobre los fondos europeos sabemos que el propio Gobierno admitió que al cierre de 2021 solo había pagado de forma efectiva 11.000 millones de los 24.198 millones que incluyeron en los Presupuestos. Adicionalmente, el Gobierno admitía esta semana que no sabe qué parte de los fondos europeos ha llegado hasta ahora a las empresas y que «espera poder tener la información a partir de abril» de 2022.
Por otro lado, sabemos que el 18% de los 11.200 millones de euros que el Gobierno ha transferido a las comunidades autónomas se ha adjudicado de forma discrecional, sin pasar por la conferencia sectorial.
Sabemos que el 18% de los 11.200 millones de euros que el Gobierno ha transferido a las comunidades se ha adjudicado de forma discrecional
Ninguno de estos datos nos lleva al optimismo. Y, sin embargo, el tejido productivo de España necesita ese dinero.
¿Por qué la lentitud y falta de impacto en la economía real? Vayamos por partes:
– Mal diseño de los PERTE (proyectos estratégicos de recuperación y transformación) que hacen casi imposible a las pymes participar por tener que tomar un riesgo empresarial desproporcionado al unirse a grandes empresas que, además, lideran esos proyectos a pesar de que todas se financian a tipos reales negativos y con enorme éxito en los mercados.
– Dirigismo político. El diseño de la gestión de los fondos europeos pone a los ministerios como canal y además como freno de los proyectos. A lo que ya es una estructura burocrática endiablada para ayudas europeas en general se han añadido trabas adicionales y nuevos escollos administrativos.
– Falta de concreción en lo que tiene acceso o no a los fondos. La mayoría de empresas no tiene ni idea de qué requisitos y condiciones son los que realmente son necesarios para acceder a los fondos. Se presentan proyectos que caen en el limbo de las administraciones y las empresas no saben cómo se van a evaluar o analizar. Una empresa española que hizo todo el proceso me comentaba que le habían dicho “no se sabe” cuando preguntó por los plazos para conocer la aprobación o ejecución.
– Se ha priorizado la parte que viene de subvenciones para poder repartir entre comunidades autónomas afines a los partidos de la coalición de Gobierno. El Ejecutivo español ha puesto como prioridad absoluta recibir lo antes posible las subvenciones sin coste, que van todas a gasto corriente sin rentabilidad económica real, y los préstamos están aparcados y olvidados, gestionándose con cuentagotas y además por sector.
– Una gran parte de los fondos vienen a cambio de pérdidas en otras áreas, como la agricultura. El saldo neto del plan descontando la devolución de principal e intereses será solo de 42.000 millones de euros, según el BCE. No podemos olvidar la pérdida de ingresos por la PAC y que España tendrá que aportar más al Presupuesto europeo para recibir estos fondos. España aumentará todos los años su contribución al presupuesto europeo hasta alcanzar 12.380 millones de euros en 2027. Es decir, un aumento de contribución de más de 1.000 millones anuales de media.
El gran problema de los fondos europeos es la necesidad de gastar mucho y muy rápido, lo que lleva sin lugar a dudas a importantes riesgos de mala asignación de capital. Si a ello le añadimos la composición y destino, el impacto se diluye aún más. En lo que respecta a los planes de inversiones del sector privado, al menos tendrá uso racional, pero es que la parte que el ejecutivo prioriza y se reserva para gasto corriente y político, es más del 30% del total.
El gran problema de los fondos europeos es la necesidad de gastar mucho y muy rápido, lo que lleva sin lugar a dudas a importantes riesgos de mala asignación
Para agilizar y hacer eficiente la asignación de fondos europeos se debería eliminar la enorme cantidad de pasos burocráticos y trabas, hacer un comité independiente que los gestionase y monitorizase junto con la auditora –también independiente- que ya está trabajando en este aspecto.
Se debería priorizar la parte que tiene que ver con préstamos para inversión productiva real, no la de subvenciones. Y, desde luego, no se debería incluir gasto corriente para financiar con estos fondos. La propia AIReF estima que hasta un 30% del gasto usado con estos fondos corre el riesgo de convertirse en permanente.
Afortunadamente, la demanda inversora de proyectos solventes con rentabilidad económica real en sostenibilidad, digitalización y energías limpias es enorme. Mi recomendación es que las empresas no dejen sus proyectos parados mientras esperan a Mr Marshall, sino que los pongan en marcha con inversión privada. Si a medio plazo reciben fondos europeos, mejor.