Alberto Ayala-El Correo
El Gobierno Sánchez -al que ayer se le volvió a enmarañar un poco más el ‘caso Marlaska’- logrará hoy el aval del Congreso a la sexta y última prórroga del estado de alarma. Y lo hará sin los nervios del último mes que le llevaron a dos movimientos bien diferentes. A recomponer los puentes con Ciudadanos. Y hace quince días a un vergonzoso e innecesario pacto con una EH Bildu que sigue sin ser un actor democrático más por su contumaz negativa a condenar los crímenes etarras.
Llegaremos así al final del proceso de desescalada. Luego vendrá un período vacacional necesariamente diferente, que estará estrechamente vigilado por Sanidad por si se produjeran eventuales rebrotes de la pandemia. Para afrontar el otoño con un gran objetivo: aprobar los Presupuestos para 2021.
Después de tantos errores, tantos titubeos y tantas mentiras -como otros importantes Estados europeos, ciertamente no todos- el Gobierno de coalición no parece que vaya a llegar en tan mala posición a ese momento como parecía hace unas semanas. La mayoría de la investidura está recompuesta, con hilvanes y a cambio de demasiadas cesiones, sí. Y el bloque de centroderecha se ha fracturado tras la decisión de Arrimadas de girar a Ciudadanos hacia el centro y buscar acuerdos con el Ejecutivo de coalición, aunque sobrevivan los pactos autonómicos.
PP y Vox se han quedado solos. Lo de la ultraderecha era previsible. Ahora es Pablo Casado quien debe elegir hacia dónde conduce a su partido. Si sigue subordinado a las instrucciones de Aznar y su fundación FAES, y con Cayetana Álvarez de Toledo enarbolando su propio discurso, para disgusto de muchos notables del partido. O gira también.
Resulta llamativo lo ocurrido el lunes a cuenta del imprescindible Ingreso Mínimo Vital (IMV), tan puntillosamente trabajado por el ministro Escrivá. El PP anunciaba de mañana su respaldo. Luego FAES se posicionaba a favor pero sólo de un IMV temporal y que ‘no desincentive la búsqueda de empleo’, como la CEOE. Y automáticamente el PP pasaba a dejar en el aire el sentido final de su voto.
España necesita Presupuestos sí o sí. Europa espera que los tengamos. Para ello Sánchez debe abrirse y hacer concesiones que hagan posible el eventual apoyo de sus socios de investidura y, ojalá, de Ciudadanos. ¿El PP? Cuando Casado decida qué quiere ser de mayor, y siempre que Sánchez le tienda la mano de verdad y no solo de palabra, veremos. Sinceramente no creo que haya que esperar nada. Lo suyo es ya una confrontación total.
Así que o Sánchez reúne una mayoría con el PNV, independentistas y soberanistas varios, y puede que con Ciudadanos -la presencia de los jeltzales y de los naranjas garantizaría casi con seguridad unas Cuentas razonables-, lo que le garantizaría La Moncloa por una larga temporada, o nos veremos abocados a unas nuevas elecciones de resultado del todo incierto. Sería un peligroso mensaje a Europa cuyo maná esperamos sin alternativa.