Juan Carlos Girauta-ABC
- El indulto a los recalcitrantes golpistas es seguro. Tan seguro como que tal traición conducirá a un nuevo golpe separatista
Si se tratara de cualquier otro lugar, se entendería que es una mala idea poner de candidato a la presidencia al responsable de la peor gestión sanitaria del mundo durante la peor crisis sanitaria del siglo. Pero se trata de Cataluña, tierra malograda por el nacionalismo donde se tiene por prudencia el disparate, por justicia el abuso y por astucia la torpeza. Visto así, lo de Illa sería un acierto, cargado como va de sombras: contratos sombríos, negruzcos comités de expertos y opaca contabilidad mortal. ¿Seguro?
Oirá el lector una y mil veces, desee hoy hasta la noche electoral catalana, que el PSC -y más con el candidato Illa- se va a zampar los votos de Ciudadanos. Es una tesis más falsa que la de Sánchez. Creérsela, lo que se dice creérsela, no se la cree nadie. Lo que pasa es que, a falta de observación desprejuiciada y a fuerza de pereza analítica, unos repiten lo que oyen a otros, y al final solo resuena la vieja idea de que Ciudadanos es una formación intercambiable con el PSC porque de este, o de sus aledaños maragalianos, salieron sus fundadores.
Pero ocurre que entre la fundación en 2006 y la conversión del partido en gestoría en 2020 median catorce años llenos de matices, esos objetos sutiles, invisibles al tecleador apresurado. Pese a lo que sostienen algunos fundadores, y pese al predicamento exagerado de sus versiones sobre las que ofrecen los hacedores de la gran expansión del partido entre 2014 y 2019, Ciudadanos no es intercambiable con el PSC. El voto de lo que fue Ciudadanos se desperdigó en las elecciones generales hacia la abstención, el PP, Vox y el PSOE, por este orden.
La decantación hacia el PP de Lorena Roldán, ganadora de las primarias de Ciudadanos en Cataluña, no es un caso excepcional. Lo único excepcional es la rapidez con que Arrimadas la barrió. Con las pertinentes adaptaciones a esa sociedad en proceso de jocosa auto anihilación, a Ciudadanos le pasará en Cataluña lo que le pasó en el conjunto de España, y los socialistas no se llevarán la pedrea naranja. Los repetidores de mantras comprobarán en breve hasta qué punto el acto de votar Ciudadanos había dejado de encontrar anclaje en lo ideológico y había pasado a representar la rebelión civil de los defensores de una Constitución y de un sistema democrático que ya hacía aguas antes de Sánchez.
El indulto a los recalcitrantes golpistas es seguro. Tan seguro como que tal traición y tal ilegalidad conducirán a un nuevo golpe separatista. Media Cataluña sufrió como una desgracia personal el procés, el referéndum y la flojera del gobierno Rajoy durante la vigencia del 155. También esa rara cojera posterior del nacionalismo, caracterizada por un refuerzo del sectarismo y del adoctrinamiento, el control de daños y el amarre del Presupuesto y del DOG (el BOE de allá). ¿De verdad creen que los traicionados van a premiar a Sánchez por premiar el golpe?