JUAN CARLOS GIRAUTA-ABC

  • Si no rectifica, un miembro del Gobierno está reivindicando el derecho a cometer un delito

La empresa Newtral, propiedad de la periodista Ana Pastor, se dedica entre otras cosas al ‘fact-checking’, la verificación de noticias. No ha sido precisamente clara al pronunciarse sobre las declaraciones de la ministra de Igualdad en su última comparecencia ante la comisión parlamentaria del ramo. Se diría que Newtral se preocupa más de agitar un ramaje ajeno al objetivo que se le supone: esclarecer si Montero afirmó o no que los niños tienen derecho a mantener relaciones sexuales con quien deseen, más allá de la edad de la otra parte. Así, Newtral insiste en que las palabras de la ministra se inscriben dentro de una respuesta a Vox, como si la identidad del interlocutor dotara de significados nuevos a los significantes.

Es curioso el modo en que la empresa de Pastor titula su verificación. Ojo al paréntesis: «Lo que dijo (y lo que no) Irene Montero sobre los menores, las relaciones sexuales y el consentimiento en la Comisión de Igualdad». Después, nada responde al paréntesis. ¿Dónde está lo que no dijo? A lo no dicho, que es infinito, ni siquiera se refiere el cuerpo de la pieza. La aposición es por tanto pura editorialización; persigue inducir en el lector la sensación de que la ministra no afirmó aquello que ha provocado el escándalo. Pero leída con detenimiento la verificación, Newtral no niega lo innegable.

He aquí la reproducción literal de las polémicas frases de la ministra, recogidas por la propia empresa Newtral entre otras citas textuales que son tinta de calamar: «Todos los niños, las niñas, les niñes de este país tienen derecho a conocer su propio cuerpo, a saber que ningún adulto puede tocar su cuerpo si ellos no quieren, y que eso es una forma de violencia. Tienen derecho a conocer que pueden amar o tener relaciones sexuales con quien les dé la gana, basadas, eso sí, en el consentimiento. Y esos son derechos que tienen reconocidos, y que a ustedes no les gustan». Adviértanme lingüistas, académicos y lógicos si incurro en algún error al extraer del entrecomillado estas dos conclusiones:

Una. Ningún adulto tiene derecho a tocar el cuerpo de un niño español si este no quiere. (Ergo si el niño quiere, el adulto tiene derecho a tocarle su cuerpo).

Dos. Los niños pueden tener relaciones sexuales con quien deseen si media consentimiento.

Lo ilógico sería concluir que la ministra no avala la existencia de un derecho que en realidad no existe, puesto que el consentimiento en materia de relaciones sexuales solo opera entre adultos. No solo no juega ningún papel cuando quien consiente es menor de dieciséis años y el otro sujeto de la relación es un adulto, sino que la conducta del segundo es constitutiva de delito.

Si Irene Montero se equivocó y quería decir otra cosa, ha tenido cinco días para rectificar. Aún puede hacerlo cuando desee. Si no rectifica, un miembro del Gobierno está reivindicando el derecho a cometer un delito.