JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 27/11/15
· Nunca se ha visto a una coalición tan desunida como la que se enfrenta a Estado Islámico. No son aliados sino rivales.
El «¡que inventen ellos!» con que Unamuno nos condenaba a la africanización, se ha convertido para bastantes españoles en un «¡que luchen ellos!» que nos condena a una nueva arabización, pues vienen a por nosotros, como hace ocho siglos, los mismos que tardamos en expulsarlos. Hay muchas explicaciones a la caída del Imperio Romano, pero ninguna tan convincente como la de que dejaron su defensa en manos de los mismos bárbaros que les asaltaban. Así no se sostiene un imperio ni nada.
Así se capitula. La mayor ventaja de los yihadistas es que saben lo que quieren, destruirnos, y están dispuestos a morir por ello. Mientras nosotros ni siquiera estamos dispuestos a luchar, como no sea a distancia, desde el aire. Únase la falta de unidad. Nunca en la historia de la Humanidad se ha visto a una coalición tan desunida como la que se enfrenta a Estado Islámico. No son aliados, sino rivales: Arabia Saudí, de Irán. Chiítas contra sunitas. Turcos contra kurdos. Siria e Irak en guerra civil desde hace décadas, con Rusia y Estados Unidos apoyando a uno y otro bando. Y, por si fuera poco, el derribo del mig-27 ruso a cargo de cazas turcos (F-16 norteamericanos), todos ellos supuestos aliados contra los yihadistas.
«Intentar unir a los árabes es como querer clavar una tortilla en la pared», dijo Eisenhower tras intentarlo. Ahora puede incluir a su país en el intento, con su sucesor en la Casa Blanca limitándose a recomendar calma a Rusia y Turquía, dos ex grandes potencias que no renuncian a dejar de serlo. ¿Se puede así ganar una guerra? ¿Se puede incluso librarla?
El embrollo nos alcanza de rechazo. Aunque todos los partidos condenan los últimos atentados –¡faltaría más!– y la mayoría han firmado un pacto antiterrorista, hay diferencias sobre el papel que nos toca en esta batalla. Ciudadanos respalda una intervención militar, Podemos, IU y PNV no asistieron, y el resto la apoyan con condiciones.
Mientras los comentaristas más anti-Rajoy alaban por un lado su «prudencia» y, por el otro, no cesan de compararle peyorativamente con aquellos que han prometido a Hollande pleno apoyo en su guerra contra Estado Islámico. No hace falta ser de Pontevedra para que un cambio tan súbito y radical resulte sospechoso. «Del enemigo, ni la alabanza ni el consejo», decía Quevedo, y el presidente se queda, de momento, a la espera de que Francia especifique qué clase de ayuda desea de él, para responder de acuerdo con, al menos, la mayoría de los demás partidos.
Lo que posiblemente se huela en esta conversión de sus críticos sean ganas de meterle en un conflicto en vísperas de unas elecciones tan reñidas como cruciales. El recuerdo del 11 de marzo de 2004, cuando un atentado trajo la inesperada derrota del Gobierno del que formaba parte, tiene que estar actuando como freno de mano en La Moncloa. De ser así, y mucho lo apunta, la variopinta coalición de pacifistas y militaristas está demostrando que da por perdidas las elecciones del 20-D y ya sólo confía en un milagro para impedir el triunfo del PP.
Si milagro puede llamarse a la non sancta guerra yihadista.
JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 27/11/15