- Brutal asalto al TC y barra libre a los golpistas. Dos directos en la mandíbula de la democracia, en un viernes lluvioso del puente más largo. Sánchez no tiene freno. Próxima etapa, el referéndum independentista de Cataluña
Primero fue ocupar la Fiscalía General del Estado. Luego, dar satisfacción a los golpistas. Indultos, sedición y ahora también, malversación. Barra libre a los corruptos, alfombra rojo para los ladrones. Reforma del Código Penal a la medida de los delincuentes. Junqueras, de vuelta a la actividad pública. Otra vez candidato por la gracia del cesarín de Moncloa.
El punto final de esta embestida brutal de los pilares de nuestra democracia es el cambio del sistema de elección de los miembros del Tribunal Constitucional, un paso que se le resistía a Sánchez. Ayer concretó la fórmula: tirar por el camino de en medio. En lugar del apoyo de dos tercios del Consejo del Poder Judicial bastará con la mayoría simple. Retorcer las leyes es una práctica habitual en los Ejecutivos autoritarios. Tumbarlas sin pestañear ya tiene otro nombre. El asalto a la cúspide del edificio constitucional llevado a cabo en una oscura y lluviosa tarde de viernes de superpuente, sin atender informes de los órganos consultivos, sin acuerdo alguno con la oposición, sin escuchar el criterio de los magistrados remisos al cambalache, a los que los medios orgánicos tachan de ‘rebeldes’ o ‘díscolos’ es el derribo de lo que aún entendemos por España.
Esta ha sido la semana más negra desde la instauración de la democracia. Y este viernes, la jornada más atroz. El golpe del 23-F fue una asonada militar que frenó la más alta institución del Estado. El del 1-O de Cataluña fue la sublevación de una parte del Estado, la Generalidad, contra el Estado, que frenó el envite. Asistimos ahora a un proceso de dimensiones diferentes. Es el Ejecutivo de la Nación el que se salta procedimientos, leyes y normas para consumar sus fines, que pasan por dinamitar nuestro actual marco de convivencia e imponer otro alejado de los parámetros democráticos. Una actitud despótica, sin precedentes, que deriva inevitablemente en una autocracia caudillista.
Rodríguez Zapatero, que sufrió este revés cuando apadrinó el Estatuto fallido de Cataluña, ejerce de asesor máximo del presidente. «Yo arreglé el País Vasco y tú lo harás con Cataluña»
El nombre del juego era ocupar el Constitucional. Esta es, desde el principio, la obsesión máxima de Sánchez. Y está a dos pasos de conseguirlo, una vez enmendada a la carrera, con trampas y por la espalda, la Ley Orgánica del Poder Judicial. Ocupado el Tribunal de garantías, el camino hacia la construcción de su tenebroso proyecto queda expedito. Todos los pasos que en adelante se concreten podrán efectuarse sin riesgo alguno de ser tumbados en el TC. Rodríguez Zapatero, que sufrió este revés cuando apadrinó el Estatuto fallido de Cataluña, ejerce de asesor máximo del presidente. «Yo arreglé el País Vasco y tú lo harás lo mismo con Cataluña». Así pasarán ambos a la Historia. Eso piensa. En ello están.
Sánchez, apoyado en todos los partidos que pretenden la voladura de España, no parece dispuesto a aflojar la marcha o echar el freno. Todo tiene que estar listo antes de doblar el año. para entrar ya en enero con el chip electoral. El arreón vivido de esta semana carece de precedentes. «Tan impensable que parecía increíble», comentaba ayer mismo un despistado líder de la oposición sumido en el espanto. No conocen al mandarín de la Moncloa. «Estoy dispuesto a todo», anunció a sus pares hace dos meses. ¿Y qué es todo? Sencillo, una vez con el TC bajo control, llegará la convocatoria de referéndum independentista en el Cataluña, País Vasco y posiblemente Navarra. ERC lo confirma cada vez que abre la boca rufiana. Bildu no necesita disimulos, dispara sin avisar. Conde Pumpido, al frente de la nave del TC, encontrará la vía para sacar este empeño adelante, sin contratiempos legales. La «España plurinacional» es el enunciado con el que disfrazan algunos gerifaltes del PSOE este proyecto, que nada tiene de federal sino de balcánico. Hacia eso vamos. La Corona, por supuesto, estorba. El Rey Felipe VI permanece quedo ante el acelerón del sanchismo. La princesa Leonor jurará la Constitución en el Congreso el año próximo. Más difícil será consumar su entronización. «Parece que Sánchez no quiere», se oye en ámbitos de la Familia Real.
Uno de los problemas del primer partido de la derecha es que no ha logrado sacudirse el estigma de la corrupción, inoculado por el juez De Prada en el párrafo fraudulento de la sentencia de la Gürtel
Tras consumarse el zarpazo, Núñez Feijóo emitió un twitter quejumbroso y, ya de parte tarde, lanzó severas advertencias sobre esta deriva autoritaria. Insistió en que cuando el PP llegue al poder y bla, bla, bla. Uno de los problemas del primer partido de la derecha es que no ha logrado sacudirse el estigma de la corrupción, inoculado por el juez De Prada en el párrafo fraudulento de la sentencia de la Gürtel y grabado a fuego por los medios del sanchismo. Un complejo que, inopinadamente, aún persiste, pese a tener enfrente al PSOE de Filesa, los huérfanos de la Guardia Civil y los dineros de los parados de los ERES. Vox insistió en la moción de censura. Algo es algo. Inés Arrimadas, implacable y certera, casi resucitada, calificó al aludido de «aprendiz de dictador».
¿Quién puede frenar a Sánchez antes de que culmine su labor de demolición de la España del 78, de la que apenas quedan las raspas? Algunos espíritus bobales piensan en Europa, do mora y controla Ursula Von der Layen, presidenta del club de las fans dislocadas de presidente del Ejecutivo español. Por esa vía, mal parece. Las urnas de mayo son otra cosa. Inapelables y decisivas. La única oportunidad, la última bala. Los barones y alcaldes socialistas han de recibir un castigo tan estruendoso que empuje al cesarín de Monclovia a replantear sus planes. Esto es, a abandonar sus previsiones de renovar su mandato en las elecciones parlamentarias del año próximo y tomar el portante rumbo a cualquiera de esos cargos europeos con los que sueña.