IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

  • Alemania anuncia una rebaja de impuestos, en Italia Draghi sostiene que no es momento de incrementarlos y en España se suben

Existen visiones diversas sobre la situación actual de la economía española. Hay quien considera que somos el ‘asombro del mundo’ como consecuencia de la calidad de nuestras campañas de vacunación y, gracias a ello, podemos implementar restricciones moderadas a la movilidad y causar daños mínimos a la economía. Para ellos, la pandemia no ha sido un freno, sino una posibilidad de ‘avance social’. Otros, malvados, que se fijan en las estadísticas, nos ven en cabeza de los contagios, comprueban el desbarajuste de las medidas adoptadas en la cogobernanza y, en consecuencia, moderan el asombro.

Hay quien nos consideran el motor del crecimiento europeo y hay quien se fija más en las cifras y comprueba que todas las previsiones se incumplen, que somos el país que peor se recupera y que nos adelantan en los ránkings de PIB ‘per cápita’ una serie de países a quienes antes nunca consideramos, como Eslovenia, Lituania o Chipre. Y hay, por fin, quien ve la inflación como un fenómeno efímero e indoloro, mientras otros atontados como aquí un servidor, nos asustamos por la tendencia de los precios y no nos explicamos cómo, si la electricidad cuesta lo mismo que en 2018 (Pedro Sánchez ‘dixit’ y ya sabe que él nunca miente), el resto de productos y servicios se han disparado y siguen en ello.

Hay muchas visiones diferentes, pero aquí en España mandan los del ‘asombro general, el avance social y los precios estables’, y por eso aplicamos recetas consistentes en subir los impuestos, desoír los efectos de la inflación y gastar a troche y moche, insensibles al tamaño del déficit e impermeables al volumen de la deuda. Todo ello justificado porque queremos conseguir aquello tan bello de que ‘nadie se quede atrás’, aunque por ahora, ¡maldita sea!, la desigualdad haya crecido con la crisis. ¿La causa? No sé, me da que en esto influye mucho la subida de los precios (recuerde, nada que ver con la electricidad) que ha restado ya 11.000 millones de euros al poder de compra de los españoles, según cálculos realizados por Funcas. Como el peso porcentual de la cesta de la compra disminuye con el aumento de la renta… unos sufren la inflación más que otros. Exactamente sufren más los receptores de menores rentas. De ahí que a la inflación se le llame el ‘impuesto de los pobres’. Aunque también podría hacerse extensivo el apelativo a las rentas medias.

¿No hay en Europa otras recetas para problemas similares? Sí, claro, pero Europa es muy diversa, las visiones son diferentes y las situaciones de partida muy distintas. Así que es lógico que las recetas aplicadas también lo sean. Por ejemplo, en Alemania, su ministro de Economía, Christian Lindner, acaba de anunciar una rebaja de impuestos de 30.000 millones de euros para pymes, autónomos y familias. Mientras que en Italia, Mario Draghi mantiene su tesis de que ‘no es momento de subir impuestos, sino de bajarlos’. Por el contrario, en España hemos subido un montón de impuestos y de cotizaciones sociales, hasta el punto de que los datos a noviembre arrojan ya una recaudación superior a la registrada en todo el 2020, lo que eleva sensiblemente el esfuerzo fiscal realizado por todos. La ‘cuña fiscal’, es decir, lo que suponen los impuestos pagados sobre los ingresos percibidos haya aumentado un 11%.

En Alemania, a su gobierno, liderado por la socialdemocracia, le preocupan las cuentas públicas. Pero pueden castigar momentáneamente a la recaudación porque obtuvieron superávits fiscales en los años pasados de bonanza y porque han anunciado la vuelta a la ortodoxia fiscal en 2023. Al freno de la deuda, que figura en su Ley Fundamental y que había sido provisionalmente suspendida por culpa de la pandemia. Es decir, los países virtuosos ahorraron en tiempos de bonanza, gastan ahora y prometen volver a la austeridad en el futuro, una vez superadas las consecuencias de la crisis. Aquí, gastamos antes, gastamos más ahora y no se ve por ningún lado el mínimo interés y compromiso para dejar de hacerlo en el futuro. Ya ve, recetas diversas…, con consecuencias diferentes.