EDITORIAL ABC – 24/01/16
· La ambición de Pedro Sánchez de llegar a La Moncloa con el aval de Podemos, IU y los nacionalistas solo cuenta con el apoyo del 7% de los españoles. No solo se escandalizan los barones.
El atasco en el que parece estar sumido el proceso de investidura del nuevo presidente se refleja también en la opinión pública, dividida en torno a las coaliciones preferidas para formar gobierno, según se refleja en una encuesta realizada por GAD3 para ABC. Los datos son incuestionables: los españoles rechazan de manera rotunda cualquier pacto de gobierno que se aparte de los espacios de moderación y centralidad y apuestan por acuerdos que garanticen la estabilidad.
La opción que cuenta con más respaldos es un gobierno sostenido por el Partido Popular y Ciudadanos, con el apoyo del 33 por ciento de los encuestados. La segunda opción más avalada es el pacto entre Ciudadanos y PSOE (29 por ciento) y la tercera, entre PSOE y PP (28 por ciento). El acuerdo de izquierdas integrado por PSOE, Podemos e Izquierda Unida baja al 24 por ciento; y cuando se incluye en este pacto a los nacionalistas, la aprobación se desploma al 7 por ciento.
El problema vuelve a ser aritmético. Sólo la gran coalición formada por PP y PSOE superaría la mayoría absoluta, con 213 escaños. Todas las demás se quedan por debajo de los 176 diputados para la primera votación de investidura. Esos números fríos fueron expuestos por Rajoy con crudeza: en este momento no sólo no tiene respaldos suficientes, es que tiene una clara mayoría en contra. La decantación de las posibles fórmulas pactistas de gobierno deberá atender también a la opinión de los votantes de cada partido, criterio que Pedro Sánchez utilizó en su comparecencia pública tras la audiencia con el Rey Felipe VI para estrechar los márgenes de crítica a su gestión por parte de sus compañeros de dirección.
La encuesta de GAD3 le da la razón, porque el 37 por ciento de los encuestados que votaron al PSOE apoya el pacto con Podemos y el 32 por ciento, con Izquierda Unida. Entre medias, con el 34 por ciento se sitúa el acuerdo con Ciudadanos y sólo un 27 por ciento con el PP. La conclusión es que el votante del PSOE prefiere el pacto de izquierdas, en el cual, por cierto, ha sido educado por los dirigentes autonómicos del partido, que no dudaron en apoyarse en Podemos para gobernar en Aragón, Extremadura o Castilla-La Mancha tras los resultados de las elecciones autonómicas y municipales de 2015. Y si la memoria se remonta a los gobiernos de Rodríguez Zapatero, ahí surge el recuerdo de Esquerra Republicana de Cataluña como «socio preferente» del PSOE en el Gobierno catalán y en el Congreso de los Diputados.
La opinión de los votantes de Podemos es todavía más concluyente: el 73 por ciento quiere el pacto con el PSOE, un dato que hará modular las exigencias de Pablo Iglesias y sus compañeros de dirección en las negociaciones con Sánchez. En cambio, el votante del PP, aunque premia el pacto con Ciudadanos con una mayoría aplastante del 72 por ciento –a la recíproca por parte de Ciudadanos, con el 73 por ciento–, también respaldaría claramente un acuerdo con el PSOE, al que concede un 52 por ciento. También en este dato se revela la actitud de la dirección del PP, coherente desde el primer momento en apostar por un acuerdo de Estado con los socialistas, poniendo de manifiesto lo que une a ambos y no incurriendo en ese lenguaje hostil que desde el otro lado emplean para descalificar a Rajoy.
No hay en el votante del PP esa intolerancia enfermiza del PSOE a pactar con su adversario en beneficio del interés general. La conclusión es que la opinión sobre quién será el próximo presidente de Gobierno está equilibrada. El 32,5 por ciento cree que será Mariano Rajoy y el 31,7, Pedro Sánchez. La polarización de la política española en dos bloques es un hecho agravado por la radicalización de la izquierda a través de Podemos y de sus franquicias territoriales, híbridos de nacionalismo y ultraizquierda. La incógnita de los próximos días es si el PSOE consolidará esta división social y política de España confirmando el posible pacto con Podemos, Izquierda Unida y, necesariamente, alguna fuerza nacionalista; o hará el servicio a España de no someterla a las tensiones, quizá insoportables, de un gobierno de izquierdas precario, extremista y deudor de propuestas secesionistas.
En un escenario en que muchos de sus actores son esclavos de sus promesas de no pactar «nunca» con unos u otros, la fractura de la clase política es reflejo del estado de opinión de la propia sociedad española. En lo que coincide de forma mayoritaria la ciudadanía es en la preocupación por el incierto horizonte que, entre todos, hemos dibujado.
EDITORIAL ABC – 24/01/16