Reventa de subvenciones

IGNACIO CAMACHO-ABC

  • Las bonificaciones selectivas requieren una gestión muy compleja y carecen del gancho electoral de las ayudas directas

Tenía que suceder y ha sucedido: ya hay reventa ‘on line’ de billetes de tren de media distancia. Esos viajes gratuitos en los que es imposible encontrar plaza para ir de Zaragoza a Pamplona, de Sevilla a Cádiz o de Madrid a Salamanca, valen alrededor de ochenta euros en algunas páginas que los ofrecen en días de alta demanda. El dinero público invertido en subvencionar el transporte ferroviario, se supone que para favorecer a los ciudadanos en sus desplazamientos laborales y demás gestiones diarias, está sirviendo para financiar desplazamientos de ocio en fin de semana y ahora también ciertas modalidades de picaresca subterránea. Renfe no da con el modo de evitar el problema de los asientos vacíos en Avants teóricamente atestados, ni el de los Cercanías que circulan en horas punta al borde del colapso. El pequeño desembolso de un abono trimestral queda compensado con un solo trayecto de mediano radio y las reservas sin ocupar se han disparado. Por una parte hay mucha gente que bloquea pasajes «por si acaso», y por otra la inevitable pillería del ser humano inventa fórmulas de sacar un beneficio improvisado. El populismo subsidial del Gobierno viene con efectos secundarios. Y éstos no son los más antipáticos.

Numerosos servicios de estudios económicos han advertido contra el intento de combatir la espiral inflacionaria con medidas genéricas o indiscriminadas. La rebaja universal de la gasolina, por ejemplo, acaba resultando desigualitaria al favorecer por igual a las rentas altas y a las bajas, y dilapida recursos en sufragar ventajas a quienes están en condiciones de pagarlas. Pero las ayudas selectivas requieren una tramitación más compleja de la que puede gestionar una Administración perezosa, ineficaz y lenta, como quedó demostrado durante el caos burocrático de la pandemia. Y además, el sanchismo busca el rédito electoral por la vía más directa; quiere explotar la seducción del ‘gratis total’, la magia del Estado proveedor de regalías benéficas. El riego por inundación como método de emergencia para estimular la cosecha. Y sabe que afinar ahora los criterios de reparto tendría consecuencias.

El abuso estaba descontado desde el principio. Sólo que era más fácil –no más barato, desde luego– asumirlo que establecer mecanismos de control redistributivo. El uso masivo de caudales a fondo perdido proporciona inmediatos dividendos propagandísticos que no conviene complicar con excepciones y casuismos. Sánchez tiene muy claro que no repetirá el «error» –así lo considera– de Zapatero por mucho que los vigilantes de la ortodoxia fiscal lo llamen por teléfono. Tiene margen en la recaudación extra por el alza de precios y el comodín en la manga de los fondos europeos, que tampoco sabe administrar pero sí usar como reclamo de sectores descontentos. La reventa en los trenes es la anécdota; la categoría es una política de mercado negro.