Revoltillo electoral

A estas alturas no se puede seguir pensando que es posible alcanzar un acuerdo definitivo para la convivencia con el PNV sencillamente porque la razón de ser del PNV es pedir hasta que la Luna, por mucho que corra, sea toda vasca.

¡Ay la Luna! Por más que nos prometan conseguirla en la pre-campaña, o con suflé, cada vez lo tenemos más difícil. En efecto, según los astrónomos nuestro querido satélite se aleja cuatro centímetros al año de nosotros de modo que dentro de 2.500 millones de años estará tan lejos que hará perder el equilibrio a la Tierra y entraremos en un balanceo muy peligroso para la vida si es que todavía hay. Claro que a lo mejor estamos tan mutados quién en pétalo de rosa, quién en pico de gaviota o quién en canto rodado (entonces ya no importará que sea neolítico porque en la distancia se confundirá la Edad de Piedra con la Era de la Comunicación) que a lo mejor podemos subsistir los siguientes 2.500 millones de años hasta que el Sol se quede para Linares.

Quien haya tenido la paciencia de guardar durante todo ese tiempo los eslóganes y cancioncillas electorales puede que disfrute de buenos ratos, pero mientras no las oiga. De momento y a falta de poder viajar tan lejos tendremos que conformarnos con las ocurrencias lunáticas de Maragall que desde que dijo aquello de que el Carmel, Luna, lunera, era como el Prestige está entrando en una peligrosa barrena que recuerda demasiado a la que les ocurrió (y sin vaselina) a quienes en aquellos tiempos gobernaban.

Pero seamos sensatos, Patxi lehendakari ya ha dicho que sólo aceptará ser lehendakari aunque se ha guardado muy bien de decir con quién (¿estará el PNV dispuesto a tanto? ¿lo permitirá el PP a cambio de nada?), aunque lo más preocupante es que el lehendakari todavía en funciones asevere que no tiene ni idea del alcance económico de su plan, lo que significa o bien que es un insensato, por no haber previsto que semejante revolcón podía tener efectos incluso económicos, o bien que se hace el longuis (Arzalluz ya dijo en su día que quienes auguran malos resultados económicos al plan hacían la cuenta de la vieja, ahora Imaz dice que falsean las cuentas), mal asunto en ambos casos, al menos para quienes no reverencian a nuestro conducator.

Que es de lo que se trata, por eso Juan José ha podido decir: «No conozco ni un vasco ni una vasca que piense que va a vivir peor con menos autogobierno», ¿cómo va a conocerlos si se mueve en el círculo donde se tiene por anteojeras y artículo de fe que a mayor autogobierno mayor bienestar? Por no mencionar el hecho de que no conocerá nunca ni los datos de la posible zozobra-«No conozco esos datos»- ni a los vascos y vascas zozobrantes porque vive en una ascesis de avestruz.

Y en éstas llegó Fidel, digo, Imaz, jurando fidelidad democrática a Aukera Guztiak -no debe faltar nadie en el festín electoral, ¡voto a bríos!- pero negándoles la firma, cosa que suena tan a burla como que su partido, el PNV, se haya empeñado en lanzar una campaña a favor de los presos para seguir robándole votos pero en plan jatorra a esa candidatura que consideran tan legítima como otra cualquiera. No sé si Aukera Guztiak -AG- guarda algún parentesco con HB además de alfabético (A es a B como G es a H, en clara traición del subconsciente) y si se podrá probar que detrás de la lista de Míster Limpio hay dos abogados históricos de Batasuna y que toda la plana mayor batasunera se habría dedicado a labores de captación, circunstancias ambas que pueden pesar a la hora de legalizar la lista pero una cosa está clara, han conseguido las firmas necesarias al par que plantan como pantalla otra lista, esta vez negra, con los más malos que han encontrado.

Vamos que esto parece una campaña detersiva: mi colada está más blanca que la de la vecina (o vecino) del tercero mientras por detrás todos echan cuentas para ver quién se queda a la luna de Valencia. O en la Luna, con perdón: a estas alturas no se puede seguir pensando que es posible alcanzar un acuerdo definitivo para la convivencia con el PNV sencillamente porque la razón de ser del PNV es pedir hasta que la Luna, por mucho que corra, sea toda vasca.

Javier Mina, EL PAÍS/PAÍS VASCO, 14/3/2005