RICINO

ABC-IGNACIO CAMACHO

La tajante purga del susanismo en las listas es una forma inequívoca de señalarle a Díaz la puerta de salida

LA ley de los vencidos, la más implacable de las que rigen en política, está empezando a caer con todo su peso sobre Susana Díaz. La vendetta procede, como casi siempre, de donde más duele, que es de las propias filas. Desde que perdió el poder en Andalucía resultaba evidente que el susanismo iba a ser depurado en las candidaturas del PSOE como prólogo de una laminación progresiva. Ocurrió ayer, cuando el Comité Federal pasó por encima del aparato andaluz en la composición de unas listas que Sánchez ha confeccionado a su medida. Díaz había intentado desafiar al líder con votaciones internas que desplazaban a los sanchistas, pero la dirección nacional no se ha avenido siquiera a negociar un compromiso de aparente armonía. No ha respetado criterios de proporcionalidad ni aceptado otra vía que la de la purga terminante y fría. Puro ricino para demostrar a la expresidenta que, aunque siga conservando en su tierra una influencia relativa, en el conjunto del partido se ha quedado en clara minoría. Y que, por mucho que resista, desde Ferraz y desde La Moncloa le están indicando la puerta de salida.

El presidente va a cobrar la factura del desafecto. Sin empacho alguno, ha impuesto su autoridad contra los principios de su mismo modelo, el de la voluntad de los militantes como valor supremo. El orden de preferencia de los afiliados ha quedado disuelto, sustituido por el método expeditivo del plumazo jerárquico directo. Nada que pueda extrañar, al fin y al cabo, en quien se ha acostumbrado a gobernar por decreto. La derrota andaluza fue la señal del asedio al último foco de disidencia que –junto al Aragón de Lambán– defiende como un feudo su autonomía de movimientos. Sánchez tiene ya a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en fase de precalentamiento para el relevo. Y prepara la ofensiva final si esta primavera se consolida al frente del Gobierno.

Sin embargo, esta hostilidad sin tapujos tiene un flanco débil para los intereses del engallado candidato, que en cierto modo dependen de la lealtad con que Díaz afronte un desaire tan palmario. Andalucía es el territorio que elige más diputados y la exclusión de los susanistas puede comprometer su implicación en respaldo de unas

planchas en las que han sido repudiados. En diciembre hubo notable abstención en las localidades y barrios donde el secretario general tenía más apoyo orgánico, y no sería raro que en muchas agrupaciones quedase viva la memoria del agravio. Es obvio que ambos bandos van a comparar los resultados, y si los de Sánchez son mejores el susanato puede darse por liquidado. Pero si son peores, la baronesa tampoco tiene garantías de que no la acaben arrastrando, y ya sin la Junta como amparo. Sus aspiraciones de liderazgo están atrapadas en un bucle del diablo que le obliga a elegir entre el enemigo y el adversario. El segundo lo tiene enfrente y el primero al lado.