EL MUNDO – 18/12/15
· Modifica su discurso para dejar de vender triunfalismo y pasar a llamar a la participación diciendo que el domingo no hay nada asegurado.
Hace dos semanas, no era necesario que Albert Rivera diera pedales. Su bicicleta rodaba con viento a favor y en las cuestas tenía el empuje del motor de las encuestas. Ahora no sólo tiene que dar pedales, sino que la rampa es de subida y con viento de cara. Ciudadanos afronta el cierre de la campaña con la incógnita del papel que jugará y con una última semana de pinchazos en las ruedas.
Al comienzo de la campaña, la encuesta de Sigma Dos para este diario situaba a la formación emergente en segunda posición, por delante del PSOE y a sólo cuatro puntos del PP. La del lunes pasado la situaba tercera, en una disputada pugna con los socialistas y con Podemos, que amenazaba con el sorpasso.
Coincidiendo con el estancamiento en la intención de voto de Ciudadanos, Rivera ha modulado su discurso. Ha pasado de venderse como la única alternativa para ganar a Rajoy y pedirle un cara a cara por ser los dos partidos con opciones de ganar, a hablar de desgastar al bipartidismo, a decir que si no gana y no puede formar Gobierno estará en la oposición y a afirmar que sólo C’s puede «dialogar con la vieja izquierda y la vieja derecha». Un cambio claro en la estrategia de comunicación. Dejar el mensaje de que todo está abierto y que hay que votar para decidir.
«Ha habido un cambio en la comunicación», confirma José Manuel Villegas, director de campaña de Rivera. «Apreciamos que no era bueno dar tan por hecho todo. Por eso, hemos girado para hacer hincapié en que las elecciones están abiertas y que hay que votar porque todo es posible». Esto es, en Ciudadanos detectaron que no era conveniente ir de ganadores, porque existía el peligro de la desmotivación y la desmovilización entre sus potenciales electores. «No queremos dar nada por hecho, ni para bien ni para mal. Cuando vimos que teníamos posibilidades quisimos ponerlas encima de la mesa, pero creemos que es más respetuoso con la gente hacer ver que todo está abierto para el domingo».
En Ciudadanos mantienen que el partido está en juego. «Nuestros datos dicen que el PP puede estar más cerca del 25% que del 30% del voto. Por tanto, todo está abierto y puede pasar cualquier cosa», señala a este diario Villegas. «No se nos está haciendo larga la campaña. La primera semana fue la de promoción de propuestas y programa. Fue una semana dura, de desgaste, con polémicas y discusiones sobre algunas de nuestras medidas. Desde el domingo hemos apostado por hablar de valores, de sueños e ilusión».
Sin embargo, esta segunda semana no está siendo como esperaban en Ciudadanos. El cara a cara entre Rajoy y Sánchez, el funeral de Estado por los dos policías muertos en el atentado en Kabul, la polémica protagonizada por su cabeza de lista en Cantabria –«el aborto es una forma de violencia», dijo el miércoles– o la agresión a Rajoy han sacado de ritmo al partido. «Una semana más no habría estado mal», reconoce Villegas.
«Ciudadanos, como el resto de partidos, se está moviendo mucho en función de los estados de ánimo, muy cambiantes por la volatilidad del voto», desgrana Carlos Barrera, profesor titular de Comunicación Electoral de la Universidad de Navarra. «Puede parecer que Ciudadanos ha pinchado un poco, pero parte de cero y su resultado, sea cual sea, se podrá calificar de éxito. Venía de unas expectativas altas, una ola favorable, y ha cambiado todo, pero más que por demérito suyo ha sido por mérito de otros», añade.
Para el experto en comunicación electoral, Rivera mantiene una estrategia de «cerrar las puertas a todos» en cuanto a la investidura para «vender más cara luego su negociación» tras el 20-D. «Luego todos saben que tienen que ser más flexibles».
«Ya desde los inicios, Rivera nos dio a entender cuál iba a ser su campaña: buscar el voto mayor, con tintes tradicionales. No era una gesta fácil, puesto que la gente que aupó a Suárez al poder ahora es gente mayor que vota a los populares o a los socialistas, y este perfil suele ser de voto fijo», reflexiona Carles Salom, consultor político y experto en campañas electorales.
«El colectivo al que Rivera quiere llegar no está cómodo con el eje que representa, el de nuevo-viejo. Por esto no le ha terminado de funcionar la estrategia. Sí es un electorado que se rige por el eje izquierda-derecha, pero a Rivera le resulta más difícil de acceder que al votante joven, porque los naranjas se mueven bien en el eje nuevos-viejos, pero el de derecha-izquierda no han conseguido dominarlo de la forma que ellos creían poder conseguir», añade Salom.