Rubalcaba, de guardia

EL CORREO  12/06/14
TONIA ETXARRI

Superado el trámite de la aprobación de la ley orgánica de abdicación del Rey con la mayoría esperada, el debate sobre Monarquía o República aguarda su momento. Seguramente en la próxima legislatura. Ayer los portavoces republicanos quisieron torcer el guión, pero su minoría sólo les permitió dar alguna nota disonante con pancartas, proclamas y camisetas. De todos los discursos favorables a la abdicación del Rey y a su trayectoria (hubo quien lo ensalzó aunque luego se abstuvo), el más vibrante fue el de Alfredo Pérez Rubalcaba. En plena situación de vacío de liderazgo del PSOE, horas antes de que Pere Navarro anunciara su dimisión, Rubalcaba, fiel a su compromiso de cumplir con los mandatos de la Carta Magna, apenas se distanció del núcleo central del discurso del presidente Rajoy. Y lo más importante para él: superó con creces el reto de garantizar la lealtad de su partido. Promesa cumplida. Tan sólo tres, los previstos, se saltaron la disciplina de voto.

Rosa Díez también hizo un buen discurso, de responsabilidad institucional y reclamando al futuro Rey su compromiso con las reformas pendientes. Pero la intervención del dirigente del PSOE dejaba en evidencia el vacío de liderazgo que quedará cuando se produzca su relevo. Sin grandes proclamas, aparcando el sectarismo electoral, puso el GPS sobre la tribuna distinguiendo entre sus aspiraciones republicanas y sus deberes con la Monarquía parlamentaria, para que su grupo no se perdiera en la niebla de la demagogia. Que ayer, lógicamente, la hubo.

De los abstencionistas, la excusa de Duran Lleida para justificar su voto diciendo que se habían sentido excluidos del proceso era muy endeble. Sobre todo, porque la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, le había informado personalmente antes de que el proyecto de ley fuera aprobado en el Consejo de Ministros. El PNV, que fue más claro que CiU porque había anunciado desde un principio su abstención (su partido «exclusivamente vasco» se mantiene un poco al margen de este tipo de debates) sorprendió, sin embargo, por su obsesión por menospreciar al Ejército, desaprobando que don Felipe vaya a utilizar un uniforme en su proclamación. «La figura del Rey soldado ni es moderna ni es democrática. Es rancia», decía el portavoz de un partido cuyo lema establecido por Sabino Arana hace 119 años descansa sobre la premisa de «Dios y la ley vieja». Del portavoz de Amaiur se encargó Alfonso Alonso para decir que no esperaba de esta formación un homenaje al Rey porque prefieren los homenajes a ETA.

Ayer, el Congreso cerró los 39 años de reinado de don Juan Carlos con un consenso marcado por una abrumadora mayoría. Muchos dirigentes socialistas, al ver la intervención de Rubalcaba, sintieron un vacío reconocido ante su futuro incierto. En Cataluña, Pere Navarro anunciaba su dimisión justo después de que el PSC hubiera readmitido a los tres disidentes catalanistas. Y a los aspirantes Madina y Sanz se les unía Alberto Sotillos, como competidor. El joven socialista que en una reciente aparición televisiva se preguntaba cómo se tardaba seis meses en este país para hacer una mamografía mientras se podía cambiar de Rey en tres semanas. Y en este plan. ¿No debería Rubalcaba quedarse de guardia, por si acaso?