Juan Pablo Colmenarejo-ABC
- «Sin nada que declarar, ante la incontestable posición en los pronósticos de Ayuso, es hora de salvar la democracia, propiedad privada con derecho de admisión»
En Cómo mueren las democracias, Levitsky y Ziblatt recuerdan los límites: «Las normas son los guardarraíles de la democracia». Tras el pacto de no agresión entre las tres izquierdas, en el debate (único y posible) de Telemadrid, faltaba un pretexto tangible. Al negarse a repudiar el sobre con balas para Iglesias, como réplica reactiva a la justificación de los ladrillos voladores de Vallecas, Monasterio y Abascal se convierten en los mejores asesores del druida de la Moncloa y su fábrica de realidad virtual. ¡Qué inventen ellos! A Sánchez le echa una mano Vox en la caída libre iniciada con el trampantojo de Murcia. De aquellos polvos de marzo, los lodos de abril. Sin nada que declarar, ante la incontestable posición
en los pronósticos de Ayuso, es hora de salvar la democracia, propiedad privada con derecho de admisión. Tampoco España es un patio particular para darse golpes de pecho, cuando empieza a amanecer. Como sentenció Ortega, poco después alumbrar la Segunda República, «no es esto, no esto». De la lección aprendida nació la concordia del 78.
Las fuentes de la Moncloa manan el comienzo de otra campaña. En Madrid ya se dan por buenos el ritmo de vacunación, el Zendal y las puertas hosteleras abiertas. Se busca ‘tensión’ (Zapatero, 2008) para salvar a un presidente que, desde la censura-investidura (Junqueras/Otegui), desafía a los guardarraíles. El BOE, y con el Rey por testigo, se utiliza cual pasquín contra el anterior Gobierno. Se envía a Bruselas un decreto para el reparto del dinero europeo con contradicciones, discordancias y errores ortográficos. Seis meses de excepción con la alarma, haciendo un quiebro constitucional a la revisión quincenal de la supresión de derechos fundamentales.
Como remate un par de mordiscos a la separación de poderes, con cambios legislativos para controlar el poder de los jueces, mientras se comunica que el déficit y la deuda seguirán desbocados en 2021, jugando al escondite con el rescate de la UE para que no se note la derogación de la reforma que Bruselas encargó a Rajoy. No cuela predicar la salvación sin estar limpio de todo pecado.