ISABEL SAN SEBASTIÁN-ABC

  • Huyó a Doñana para evitar dar la cara en el Congreso ante las víctimas de los violadores beneficiados por la ley del `sólo sí es sí’

Pensábamos que el coraje era uno de los escasos rasgos positivos destacables en la personalidad del presidente del Gobierno, pero nos equivocábamos. Lo que en 2016 interpretamos como determinación, cuando reaccionó a su caída en desgracia interna lanzándose a la carretera en busca del apoyo de la militancia, no era más que ambición. Una codicia preñada de vanidad y carente de límites o escrúpulos, capaz de llevarlo a mover montañas y pactar con el diablo a fin de alcanzar la cima que está convencido de merecer. El mismo apetito voraz de poder que lo condujo el jueves a Doñana, huyendo del Congreso de los Diputados, en un intento desesperado de eludir su obligación de dar la cara ante las víctimas de los violadores, pederastas y demás agresores sexuales beneficiados por la ley del ‘sólo sí es sí’.

Resulta que Pedro Sánchez es un cobarde, además de un soberbio. El ego desmedido que lo habita le impide reconocer el gigantesco error cometido al respaldar, promover y jalear dicho engendro legislativo, finalmente corregido en sus efectos más perniciosos merced al auxilio del PP, cuyo sentido de Estado vino a suplir la incapacidad de los socialistas para entenderse con sus socios de Podemos en aras de taponar el chorreo de excarcelaciones.

El miedo a responder por sus actos en la sede de la soberanía nacional le indujo a emprender una fuga vergonzosa, como de costumbre en Falcon pese a enarbolar sin pudor alguno la bandera del ecologismo, con el propósito evidente de ausentarse de la votación decisiva para limitar los estragos de un destrozo irreparable. Lo cual no hace sino reforzar la certeza de que la chapuza legal en cuestión no ha sido enmendada con el propósito de reparar los daños inherentes a su aplicación, sino únicamente a consecuencia del boquete electoral que estaba abriendo en un caladero tan importante para los del puño y la rosa como es el de las mujeres.

Si los sondeos fiables (lo cual excluye los de Tezanos) no hubiesen advertido de ese castigo, el texto seguiría intacto y Patxi López no habría debido tragarse el sapo de ver cómo los de Feijóo le sacaban las castañas del fuego, sin poder imitar a su jefe y excluirse de la foto inventándose una excursión.

Cuando el comité federal del PSOE prescindió del ‘compañero’ Sánchez, él se echó a los caminos revestido de victimismo, no como una manifestación de arrojo, sino a lomos del despecho aliado a la ausencia de alternativas laborales aceptables para la altísima consideración en que se tiene a sí mismo. A la hora de asumir responsabilidades, no obstante, opta por la espantada. Sólo queda por saber quién le infunde tanto miedo: las víctimas de agresiones revictimizadas por su ley, la bancada popular votando lo mismo que él o Irene Montero.