ABC 04/02/16
· El candidato, que no quiere ser rehén de Podemos, se vio primero con Oltra para no dar a Iglesias protagonismo tras sus últimos «desplantes»
Desde la página 1 Pedro Sánchez sabe que solo será investido presidente del Gobierno y solo le saldrán las cuentas si logra en segunda votación –en primera necesita una mayoría absoluta muy improbable– el apoyo de 167 diputados (PSOE, Podemos, PNV e IU) y la abstención de los independentistas de ERC y DiL. Sánchez está, de facto, en manos de Pablo Iglesias, pero no va a hacer ningún movimiento que alimente su protagonismo; no le gustan sus «desplantes» de las últimas semanas, como los definió ayer ante el Grupo Socialista, y se la va a devolver sin ruido pero con toda la contundencia que le da tener la iniciativa política en estos momentos.
De hecho, el ya candidato a la Presidencia del Gobierno inició por la tarde la primera ronda de contactos, de menor a mayor. Solo con esa decisión ya sitúa la foto con Iglesias después incluso de Albert Rivera, a quien verá hoy y con el cual quiere seguir manteniendo una relación privilegiada a pesar de que hay pocas posibilidades de acuerdo (sin la abstención del PP es imposible). Para neutralizar a Iglesias, Sánchez ha dejado abierta la posibilidad de mantener entrevistas separadas con En Comú Podem (Ada Colau) y las mareas gallegas, incluidos en el grupo parlamentario de Podemos, a diferencia de Compromís. «Eso lo decidirá Podemos», decían ayer fuentes del PSOE intentando abrir brecha en la formación emergente. Ese movimiento vino seguido de una respuesta por parte de los representantes de Podemos en la Mesa del Congreso. Sorprendentemente, se alinearon con Celia Villalobos (PP) cuando esta pidió que el Pleno de investidura sea el 16 de febrero.
Iglesias mete prisa… con el PP
Luego, en declaraciones a los periodistas, el propio Iglesias no dio fecha y dijo que es importante que el pleno sea «cuanto antes», algo a lo que Pedro Sánchez y el PSOE no están dispuestos. El líder socialista compareció anoche para explicar que «España ha estado en cuarentena» desde el 20-D por la inacción de Mariano Rajoy y ahora hay que ir «paso a paso», no se le puede apremiar porque el acuerdo es complejo y de lo que se trata es de formar un gobierno estable. Fuentes socialistas interpretan las prisas de Podemos como una señal de que no quieren negociar realmente pese a sus palabras en público.
De momento, Sánchez designó ayer a su equipo negociador que, por su composición, es sintomático de que prevé una batalla larga y difícil con sus potenciales socios. La presencia del portavoz del Grupo Socialista, Antonio Hernando, la responsable del programa socialista, Meritxell Batet, y la del gurú económico, el exministro Jordi Sevilla, se daban por descontadas, pero se le han unido dos «pesos pesados» por sorpresa: José Enrique Serrano, ex director de gabinete de la Presidencia del Gobierno con Felipe Gon-
zález y con José Luis Rodríguez zapatero; el auténtico «fontanero» de los gobiernos socialistas, que se sabe todos los vericuetos legislativos. Y también el exconsejero de Interior y ex número dos del PSE, Rodolfo Ares, ahora en Organización Federal, que atesora muchos años de experiencia y negociación con el PNV.
La primera en la ronda que celebró Sánchez en el Congreso fue Ana Oramas, de Coalición Canaria, quien advirtió después que «nunca» apoyará un gobierno de coalición PSOE-Podemos porque «eso sería llevar la agenda de Podemos al Gobierno».
Oramas, que es la única diputada de Coalición Canaria, agradeció a Sánchez que haya aceptado la propuesta del Rey para ser candidato, pero no ocultó que ve muy difícil la posibilidad de llegar a un acuerdo que permita una investidura, por la dificultad aritmética. Oramas ve bastante probable una repetición de elecciones. Pedro Quevedo, de Nueva Canarias, se presentó con el PSOE a las elecciones generales, por lo que su apoyo al candidato socialista es seguro.
Alberto Garzón y Cayo Lara, como representantes de Izquierda UnidaUnidad Popular, comparecieron a continuación para subrayar que apoyan la formación de un «Gobierno de progreso». Ponen por delante el «programa, programa, programa», y de hecho le han presentado ya 16 puntos concretos, que incluyen la derogación de la reforma laboral, pero no solo la del PP, sino también la anterior del PSOE. No obstante, aseguraron que no tienen líneas rojas. El voto de los dos diputados de IU se da por hecho ante un supuesto pacto del PSOE con Podemos. Eso sí, lo someterán antes a la votación de sus bases.
Sánchez se reunió con los diputados de Compromís, incluida la vicepresidenta autonómica valenciana, Mónica Oltra. Esta formación se presentó junto a la marca valenciana de Podemos, pero ahora sus cuatro diputados están en el Grupo Mixto. Negociarán por separado con el PSOE, sin olvidar los «lazos fraternales» que les unen a Podemos.
Sintonía con Ciudadanos
Rivera y Sánchez hablaron ayer para cerrar una reunión que finalmente tendrá lugar esta mañana. En las últimas semanas ambas formaciones se han evitado en las críticas cruzadas que sobrevuelan estos días en cada comparecencia. Ciudadanos va a plantear cinco ejes de negociación: economía, política social (destacando el pacto educativo), Europa y política exterior, regeneración democrática y reforma constitucional. Apartados en los que el portavoz parlamentario del partido, Juan Carlos Girauta, dijo no encontrar a priori ningún escollo insalvable con los socialistas. El tono conciliador quedó patente, por ejemplo, en el modo en que se presentó la reforma de la ley electoral como una prioridad en esas negociaciones. «Nosotros tenemos una propuesta inspirada en el modelo alemán, pero no podemos metérsela forzosamente a los demás», reconoció Girauta.
En Ciudadanos no esconden que, tras la designación del Rey, el objetivo de las negociaciones es que Sánchez se convierta en presidente, aunque difieren con el líder socialista en la necesidad de incorporar al PP al acuerdo. Ese es a día de hoy el gran escollo entre ambos, y no las cuestiones programáticas donde ambas formaciones cederán en pos del pacto. Sánchez prefiere incluir a Podemos en el acuerdo, pero Rivera se ha comprometido a impulsar una mesa de negociación paralela para que el PP se sume a «una hoja de ruta reformista» que aporte estabilidad.
Ayer, Girauta ya advirtió al PP de que serían, a su juicio, responsables de una repetición electoral o de un Gobierno en el que tuvieran cabida Podemos y los nacionalistas, y no quiso ni contemplar la posibilidad de que los populares no se sumen al diálogo: «Si a la vista de una hoja de ruta reformista, para un Gobierno de transición que evite que en España gobierne el PSOE con una fuerza rupturista y antieuropea y con apoyos indirectos o no tan indirectos de los independentistas; si ante esa posibilidad, que se puede salvar con un Gobierno constitucionalista, alguien pone por delante su nombre, pues que lo juzgue el pueblo y que lo juzgue la Historia». Además, insistió en que su partido confiere la iniciativa a Sánchez simplemente porque «Rajoy se excluyó». Esperan poder abrir con ellos las conversaciones en los próximos días.
Durante el día de ayer se esperaba que Girauta mantuviese una conversación telefónica para cerrar cuál será la metodología y la periodicidad de las reuniones.