Javier Caraballo-El Confidencial
Pedro Sánchez y Angela Merkel, esa es la gran coalición, la única gran coalición que es posible en España
La gran coalición que es imposible en España, que está vetada, anatemizada, tiene vía libre en Europa y, de hecho, Pedro Sánchez ya tiene la suya, su gran acuerdo con el centro derecha europeo, gracias al cual espera poder tirar toda la legislatura. Pedro Sánchez y Angela Merkel, esa es la gran coalición, la única gran coalición que es posible en España.
Ahí no existen barreras y las diferencias ideológicas entre socialistas y conservadores no suponen ningún impedimento para que ambos se pongan de acuerdo en los problemas generales. Es decir, el envés de lo que sucede en España, con lo que esta circunstancia, esta peculiaridad de la política española, nos debería hacer reflexionar: qué hace imposible un gran acuerdo en España y por qué no ocurre igual en Europa si lo único que no cambian son los postulados ideológicos de unos y de otros. El contraste es tan llamativo que solo se necesita hacer un repaso por el álbum de fotos de Pedro Sánchez y se comprobará que no existe ni una sola imagen del presidente del Gobierno con los líderes del centro derecha españoles tan afectuosas, tan cómplices, tan cercanas, como las que tiene con la máxima representante europea de la ideología que aquí defiende Pablo Casado, el presidente del Partido Popular.
¿Es por culpa del sectarismo que practica el PSOE o resulta que la derecha en España es más intransigente, menos abierta, que la europea? En el catálogo de excusas que se ponen para justificar la negativa a una gran coalición siempre se esgrimen algunas de esas razones, pero quizá lo que impera es la perversa relación que mantiene la política española con el pacto con el contrario. La política de banderías, de trincheras, que se practica en todo momento, convierte los acuerdos en un síntoma de debilidad, de cobardía y hasta de traición.
El propio Pablo Casado lo ha dicho así cuando también a él lo presionaban para que apoyase a Pedro Sánchez a cambio solo de gobernabilidad en España, por ejemplo a finales del pasado año, cuando se tuvieron que repetir las elecciones. El líder del PP dijo entonces: “Eso supondría la desaparición voluntaria del PP como alternativa al socialismo y dejaría la oposición en manos de Vox”. Cuando un partido corre el riesgo de desaparecer por facilitar la gobernabilidad de un país, es que algo grave está fallando en el tejido sociológico y político. Lo mismo ocurre con Pedro Sánchez y lo expresó, abiertamente, cuando ‘Corriere della Sera» le hizo una entrevista a principios de mes en la que se sacudió la pregunta de la ‘gran coalición’ con ironía: “Qué casualidad que el PP siempre habla de gran coalición cuando el PSOE es la primera fuerza”. Y luego recordó que los socialistas griegos del PASOK “casi desaparecieron por firmar una gran coalición con la derecha”. Es decir, el mismo temor que Pablo Casado: pactar con el adversario es palmar.
El último que ha expresado sus deseos de esa ‘gran coalición’ en España ha sido el triunfal presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, que ha vuelto a repetirlo tras su cuarta mayoría absoluta: “¡Qué bien nos iría un gobierno a la alemana!” para afrontar la quiebra social y económica de la pandemia. Pero hasta Núñez Feijóo debería admitir que en España el ‘acuerdo a la alemana’ solo es posible con la derecha alemana, y no porque el PSOE haya dejado de ser socialdemócrata, como siempre añade, sino por la peculiaridad de la política española. De hecho, la estrategia que ha seguido Pedro Sánchez desde que llegó a la Moncloa se parece mucho a la que ya puso en práctica Felipe González con Helmut Kohl, ya fallecido, líder absoluto del CDU alemán, como lo fue después Angela Merkel. Una de las primeras cosas que hizo Pedro Sánchez al llegar a la Moncloa fue invitar a Angela Merkel a Doñana (verano de 2018) y de allí nació una “estrecha amistad” y una “especial sintonía”, que son los calificativos que más repiten en Moncloa cuando ambos coinciden, como ahora en la cumbre europea. Tan feliz estaba Pedro Sánchez de su entendimiento con Angela Merkel que lo dijo abiertamente en una de las ruedas de prensa que ha ofrecido: “Es una gran suerte que sea la canciller la que presida el Consejo de la Unión Europea en estos momentos tan críticos”.
Unos años antes, el discurso de Sánchez, como líder de la oposición, no consideraba a Merkel como una feliz aliada de España, sino como un peligro, y por eso le reprochaba a Mariano Rajoy desde la tribuna del Congreso: “Merkel elogia al alumno aventajado y usted, aplicado y dispuesto, cabecea agradecido aunque los intereses de la mayoría de españoles sean contrapuestos a los que defiende la canciller alemana”. En fin… No es la primera vez que subrayamos aquí dos características del PSOE y de su líder, Pedro Sánchez, que se resumen en la habilidad demostrada para superar contradicciones, por muy evidentes y palmarias que sean.
Ha sucedido con la relación con Angela Merkel y sucederá igual con los recortes y las renuncias que se asuman en adelante, como pago político tras el cuantioso acuerdo de la Unión Europea que dejará en España 140.000 millones de euros para hacerle frente a la enorme crisis que se viene encima. De momento, nos quedamos con la constatación de que la gran coalición en España no era con Casado sino con Angela Merkel. Y para redondear la extrañeza de nuestra política basta con una imagen recreada: piense en los asesores de la Moncloa, puestos en pie junto a la pared, haciendo un pasillo como el de los campeones de fútbol, para que pase Pedro Sánchez después de haber conseguido un gran acuerdo con Pablo Casado para sacar adelante los presupuestos de la recuperación tras la pandemia del coronavirus en España. ¿A que ni siquiera se puede imaginar algo así? Pues eso.