Sánchez y sus pactos

Hoy volverá a aparecerse en la tele para comunicarnos la novedad de que va a prolongar por segunda vez el estado de alarma. Ayer volvió a saltarse su cuarentena para visitar una fábrica de respiradores en Móstoles, no va a tolerar que el proveedor vaya a ser Trump gracias a la mediación del Rey. Y allá se fue en plan No-Do, con los periodistas gráficos del régimen. Él iba con sus guantes azules y su mascarilla, bien tipado, salvo por un detalle: llevaba la mascarilla descolgada y se tocaba la parte interior de la misma con el guante de la mano derecha. A ver por qué creíamos que en algo podía acertar.

Hace meses que le tenemos prescrito fijarse en los Acuerdos de la Moncloa como ejemplo de gran pacto de Estado. Él hizo siempre oídos de mercader hasta que su ocurrente simplicísimus, Iván Redondo, se lo cantó al oído. Pero vamos a ver, alma de cántaro, aún conserva el carné del PSOE uno de los firmantes: Felipe González Márquez, secretario general a la sazón. Pregúntele cómo fue aquello; se enterará de que el espíritu de aquel gran acuerdo es incompatible con no llamar durante 12 días al jefe de la oposición. También le dirá que allí sí que hubo recortes.

Entre tanto, Quim Torra, que ya ha pasado su coronavirus aunque no se le haya pasado la tontuna, ha escrito a la comisionada de la ONU, Michelle Bachelet para quejarse de que el Tribunal Supremo ha conseguido con amenazas que los presos golpistas no sean enviados a sus casas para pasar el confinamiento, como si no estuviesen confinados y bien confi9nados en Lledoners. Cataluña ha superado ya a Madrid en fallecimientos diarios, que van al alza, mientras en Madrid descienden y estos siguen con su matraca y sus presos políticos. No hombre, no. Jamás negaré que estén politizados, pero no fueron condenados por eso, sino por delitos como la malversación de dinero público, la sedición y la desobediencia a los tribunales. Voy a ponerle un ejemplo: el ex marido de Mónica Oltra es sin duda un hombre con ideas políticas arraigadas y radicales. Pero no fue por eso por lo que un tribunal lo condenó a cinco años de cárcel, sino por abuso sexual continuado de una menor. Si alguna vez se hace justicia con Pujol y lo encierran en Soto del Real, junto a Rato, no discutiré que ambos estén politizados pero cumplirán condena por delitos de derecho común.