Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
- Aquí hablamos de que no hay ninguna ley que le obligue a Pedro Sanchez a convertirlos en la base y el sustento del Gobierno
La información proporcionada por Covite estalló con estrépito y conmocionó la campaña electoral que nació esta medianoche. En las próximas elecciones municipales, EH Bildu lleva en sus listas a 44 convictos por terrorismo, de los que siete fueron condenados por delitos de sangre. Una vez conocida la noticia, el malestar en el PSOE se hizo patente. Ningún ministro quiso hablar de ello y Patxi López sugirió que no le gustaba. No, no dijo que la situación le repugnaba, tan solo que no le gustaba, como si fuese una tortilla mal cuajada y con exceso de sal. El presidente Sánchez tampoco contestó a los periodistas, pero les aclaró que la oposición saca a pasear a sus monstruos siempre que se ve en apuros. No, no dijo que fuera mentira, ni siquiera que no le gustaba. Solo le disgusta la actitud ingrata de quienes se atreven a recriminárselo en público.
En el fondo, tiene razón. No hay ninguna ley que les impida a estos terroristas convictos -algunos de asesinato realizado en el mismo municipio en el que se proponen como regidores-, presentarse a las elecciones. En este país, la ley olvida los asesinatos, olvida que los asesinos no se hayan arrepentido, olvida que no hayan reconocido el daño causado e incluso olvida que no hayan querido colaborar en el esclarecimiento de los muchos actos terroristas que siguen sin resolverse y les devuelve, generosa, todos sus derechos civiles. Nos dicen que no hay ley que les impida ir en las listas, ni que le impida a la portavoz de Bildu mantener esa mirada fría, retadora y satisfecha que exigiría la obtención previa de una licencia de armas en cualquier país civilizado. Bueno, ¿es así, o lo recuerda todo ello el artículo 9,2º c) de la Ley orgánica 6/2002? Quizás el problema consista en que olvidamos los hechos, pero también las leyes…
Pero aquí no hablamos de eso. Ese sapo ya lo hemos tragado, aunque no digerido. Aquí hablamos de que no hay ninguna ley que le obligue a Pedro Sanchez a convertirlos en la base y el sustento del Gobierno de la nación. Primero eligió formar la ‘coalición del insomnio’, a pesar de haberlo negado una y otra vez. Luego, cuando la coalición se convirtió en un guirigay cojo la amplió de facto con Bildu, con quien había prometido no pactar jamás. ¿Se acuerda de aquello tan bonito del «cuántas veces quiere que se lo repita, con Bildu no voy a pactar nunca»?
La alternativa es diabólica: O lo hace para aguantar, es decir no le tiembla el pulso a la hora de apoyar el Estado sobre los hombros de los enemigos del Estado y deshonrar la memoria de los asesinados tras pactar con los asesinos, todo ello con tal de aguantar en su sillón de la Moncloa; o quizás sea que le gusta hacerlo, ya que esto es una decisión libre y voluntaria.
Es un buen momento para recordar a la madre de Pagaza: «… Cerrarás más veces los ojos y dirás y harás muchas cosas que me helarán la sangre…».