Se nos suben a las barbas

RAMÓN PÉREZ-MAURA – ABC – 27/05/17

Ramón Pérez Maura
Ramón Pérez Maura

· Mientras Cospedal respaldaba al Gobierno colombiano, su diplomacia apoyaba al independentismo catalán.

Alguien quizá pueda algún día explicar a los españoles el triste papel jugado por la diplomacia española en Colombia, país en el que el pasado 2 de octubre los colombianos rechazaron en plebiscito y de forma inequívoca el falso «acuerdo de paz» alcanzado por el equipo del presidente Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC.

Fue una corta victoria del «No», ciertamente, pero lograda sin que un solo medio de comunicación respaldara editorialmente el sufragio contra el acuerdo, mientras que la inmensa mayoría se mostraba expresamente partidaria del «Sí». Tras esta incuestionable manifestación de la soberanía popular, el Gobierno de Santos demostró sin despeinarse que pensaba ignorar el resultado de las urnas. Tanto que el 31 de octubre pasado, el diario bogotano «El Tiempo», irreductible defensor de esos «acuerdos de paz», publicaba una declaración del Premio Nobel de la Paz David Trimble, ex ministro principal de Irlanda del Norte, en la que afirmaba que «No se le puede preguntar al electorado para luego ir contra su voto». No se puede, salvo que se trate de la Colombia de Juan Manuel Santos.

Entre tanto el presidente colombiano ha continuado la implementación de sus acuerdos de paz sin más oposición que la de la mermada resistencia de los representantes de la mayoría colombiana. Santos se armó con una legislación «fast track» con la que pretendía poner en práctica su derrotado «acuerdo de paz». Pero la Corte Constitucional declaró inconstitucional esa vía de implementación que daba a Santos unos poderes superiores a los que nunca tuvo Hugo Chávez.

Inasequible al desaliento, este jefe de Estado que supuestamente ha logrado la gloria inmarcesible de alcanzar la paz con una guerrilla que lleva más de medio siglo asesinando colombianos es hoy el presidente de Colombia con mayor rechazo desde que existe un registro de popularidad presidencial mediante procedimientos demoscópicos. ¿Cómo es posible semejante contradicción?

Como nuestro Gobierno español no quiere enterarse de ese descalabro santista, del 14 al 16 de mayo hemos enviado a Colombia a nuestra ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, a respaldar el desconocimiento de la voluntad popular del Gobierno Santos frente al falso «acuerdo de paz». Allá fue y se reunió con diferentes interlocutores gubernamentales, presidente de la República incluído, sin hacer la más mínima objeción a la ignorancia de la voluntad popular.

Y curiosamente, mientras ella respaldaba al Gobierno Santos, la diplomacia colombiana apoyaba al independentismo catalán. Porque el mismo día 16 en que Cospedal terminaba su visita oficial, la cónsul general de Colombia en Barcelona, se reunía con el consejero de Relaciones Exteriores, Raül Romeva, y le manifestaba que «el apoyo internacional que da Cataluña es fundamental» para el llamado «proceso de paz». ¿Qué más necesitan los golpistas catalanes que sentirse un referente para Gobiernos extranjeros? Ya hemos padecido al payaso venezolano Nicolás Maduro retratándose con la «estelada». Ahora tenemos a la representante consular colombiana reconociendo el papel político de Cataluña en los acuerdos de paz de Colombia sin que nadie haya salido a desmentirla once días después de pronunciar sus palabras.

Y el problema está en que Maduro es un hombre que tiene razones para estar resentido con el Gobierno Rajoy. Pero Santos sólo tiene razones de gratitud. Y así nos lo demuestra.

RAMÓN PÉREZ-MAURA – ABC – 27/05/17