Secreto a voces

Joseba Arregi, DIARIO VASCO, 19/7/11

Aunque tengamos la tentación de negar valor teórico a lo que ETA y Batasuna escriben y dicen, lo cierto es que lo escriben y dicen a plena luz, comprensible para todo el que quiera analizarlo y estudiarlo

Una de las cuestiones de las que más sorprendidos deben de estar los dirigentes de Batasuna, y que probablemente más alegría les produce, es la poca afición que tienen los responsables políticos de los partidos democráticos para leer y estudiar lo que dicen y escriben, porque si de algo no se puede acusar ni a ETA ni a Batasuna es de que no hayan hecho saber a la sociedad vasca lo que quieren, lo que pretenden, por qué lo quieren y pretenden, y cómo piensan que pueden conseguirlo.

Aquel análisis de Kepa Aulestia, según el cual ni ETA ni Batasuna tenían necesidad alguna de elaborar sus propias teorías porque de eso ya nos ocupábamos los demás, da en el clavo, con un pequeño, pero importante matiz: aunque tengamos la tentación de negar valor teórico a lo que ETA y Batasuna escriben y dicen, lo cierto es que lo escriben y lo dicen a plena luz, comprensible para todo el que quiera analizarlo y estudiarlo, pero que los demás se empeñan en elucubrar teorías que supuestamente son de Batasuna o de ETA, pero que en general no hacen más que ocultar las intenciones que ellos declaran abiertamente.

ETA y Batasuna no han discutido, ni discuten, sobre su proyecto político. Es el mismo. ETA y Batasuna no discuten sobre la valoración que merece la historia de terror de ETA: es la historia que comparten todos, al igual que comparten la valoración positiva que merece esa historia. Si comparten el futuro -el proyecto político para Euskal Herria-, y si comparten el pasado, ¿de qué es de lo que supuestamente discuten? Discuten de la forma, la táctica o la estrategia -en algún momento alguien tendrá que analizar y explicar la diferencia entre ambos términos- que les permita, a todos ellos compartiendo pasado y futuro, transformar el camino a la derrota del proyecto compartido, y con ello del pasado también compartido, impuesta -la derrota- por la actuación del Estado de derecho a través de la ley de partidos en ocasión para dar un paso adelante en la consecución de sus fines.

Y esa discusión se reduce a qué es lo que debe venir antes, o si un paso debe venir antes que otro, o si el segundo paso puede hacer irrelevante que se dé el primero. Me explico: para que ETA deje de matar debe tener éxito Batasuna, para que Batasuna tenga éxito ETA debe dejar de matar. En cualquiera de las dos hipótesis la condición fundamental es que el proyecto de ETA, que es el de Batasuna, tenga éxito, o esté en condiciones estimadas suficientes para caminar hacia el éxito con garantías.

Para Batasuna las garantías ya se dan, más ahora que ha obtenido un buen resultado electoral. Para ETA puede seguir siendo insuficiente. Batasuna puede contar con que el resultado electoral obtenido le permite jugar a condicionar al PNV, de forma que este abandone la ambigüedad autonomista. ETA puede creer que el PNV no está dispuesto, o no lo está aún, a ese abandono. Batasuna puede creer que las fuerzas de Eguiguren en el PSE marcarán el futuro. ETA puede creer que eso no está predeterminado. Batasuna puede creer que si el PSE de Eguiguren se impone al otro, al PP no le quedará más remedio que incorporarse a la normalización. ETA puede creer que eso está muy lejos de la realidad.

Se trata de diferencias en la estimación táctica de las fuerzas. Pero no se trata de ningún tipo de diferencias en el planteamiento estratégico de futuro, y menos en lo que al proyecto político para la sociedad vasca se refiere. Los responsables institucionales de Bildu lo están dejando meridianamente claro en todas sus manifestaciones solemnes al acceder al cargo. Son los demás los que leen otras cosas distintas en esas manifestaciones, seducidos por la habilidad de ETA-Batasuna de decir cosas que saben que no pocos ciudadanos están deseando escuchar, al tiempo que están deseando dejar para después, para más tarde, para demasiado tarde, el debate sobre el proyecto político de ETA-Batasuna y su adecuación a lo mínimo exigible en democracia.

Y así, pasito a pasito, dejando una y otra vez lo más importante, el debate sobre la democracia o falta estructural de ella en el proyecto político de ETA-Batasuna, para más tarde, porque primero es la paz, lo primero es que ETA deje de matar, lo importante es que ETA desaparezca, se va instalando en las instituciones, en la sociedad, en la voluntad de muchos electores, en la mente popular vasca la idea de que lo que siempre se ha negado sea realidad: pagar el precio de la libertad, de la falta de democracia, para conseguir la paz.

Para ello ETA-Batasuna cuentan con que a la mayoría de los vascos se les haya olvidado algo que quizá tampoco lo hayan tenido alguna vez muy claro: la historia de los pequeños partidos comunistas de los países que al final de la Segunda Guerra Mundial fueron ocupados por las fuerzas soviéticas que vencieron a Hitler, y que, apoyados en esas fuerzas militares, se volcaron en la constitución de los frentes populares, en los que eran minoritarios, pero que terminaron controlando, para, a través de ellos, establecer dictaduras comunistas.

Es evidente que el motor fundamental del electorado de Bildu, o de Sortu, es el sentimiento nacionalista radical vasco. Ello no es óbice para que ese sentimiento no sea el instrumento para alcanzar un fin revolucionario, antisistema, anti Estado. Cuando ETA-Batasuna ha hecho un esfuerzo por teorizar su posición, siempre ha aparecido con claridad la presencia y el valor del sentimiento nacionalista radical, pero también su carácter instrumental al servicio de otro sistema, en el que no se requiera ningún tipo de legitimación del poder y de la violencia, porque esa legitimación no le corresponde al derecho, sino al pueblo, cuya vanguardia y cristalización son ellos.

Hemos estado siempre avisados. Otra cosa es que, en nuestra comodidad y nuestra autosuficiencia no lo hayamos querido ver. Incluso que lo hayan olvidado aquellos que nos enseñaron a verlo a tiempo.

Joseba Arregi, DIARIO VASCO, 19/7/11