Seguirá la agitación

EL CORREO 09/04/14
TONIA ETXARRI

Después del rechazo mayoritario del Congreso a la cesión de la competencia para poder celebrar el referéndum secesionista en Cataluña, Artur Mas seguirá con la agitación de su plan. Un plan sobre el que no debatieron ayer sus señorías, por cierto, ya no porque el presidente de la Generalitat rehusara presentarse en las Cortes para defenderlo sino porque los delegados del Parlamento catalán, por una parte, y Duran Lleida, por la suya, marcaron ritmos tan disonantes que lograron poner en la escena un debate falso.

Los tres ‘enviados’ hicieron un ejercicio de demagogia emocional. Hablaron mucho de sentimientos y del pueblo de Cataluña; ni una referencia a los derechos individuales de los ciudadanos, como les reprochó desde UPyD Rosa Díez. Los independentistas, centrando su meta en la soberanía de Cataluña, y el portavoz de Iniciativa, separando el mundo entre los demócratas, que son los que defienden el referéndum, y los autoritarios que lo rechazan. Todo un nivel. Pero el punto de confusión lo aportó el propio Duran LLeida al pretender ceñir el debate al preámbulo de la propuesta que pedía tan sólo «un referéndum consultivo». La delegación de una competencia para un caso concreto. Una nimiedad, vaya, tratándose de un referéndum sobre la separación de Cataluña del resto de España. Nada que ver con el vaciamiento al que aludía el presidente Rajoy en su intervención. Se esforzó en explicar que no podía ceder la titularidad de una competencia que no le pertenece más que a la soberanía del Congreso. Pero su discurso centrado en la figura del «hogar común» (la Constitucion) para poder vivir juntos llegaba tarde. Porque los nacionalistas catalanes que han llevado a Artur Mas a ese punto del precipicio, precisamente lo que no quieren es compartir el mismo hogar que el resto de los españoles.

Rubalcaba coincidía en esencia con el mensaje de Rajoy, hasta el punto de llegar a pronunciar frases muy similares relacionadas con el comportamiento de los demócratas haciendo cumplir las leyes. Moviéndose peligrosamente en el alambre de su historia. Aludiendo a la lucha por la democracia de su generación mientras los archivos nos recordaban que fue él mismo quien, en el debate parlamentario del 2005 sobre el plan Ibarretxe, dijo que los socialistas «nunca estaremos detrás de un proyecto que exija un cambio de la Constitucion». Y volvió a enfatizar: «Nunca». Y ahora los socialistas están promoviendo una reforma de la Carta Magna. Contradicciones aparte, el portavoz del PNV, Aitor Esteban, fue el mejor defensor de la causa nacionalista catalana. Mejor que ellos mismos. Tuvo la habilidad de referirse a la ley de claridad canadiense promovida, en su día, por Stephan Dion como asidero en una posible negociación. Pero como el PNV está esperando su turno sobre el debate en torno al derecho a decidir, su portavoz forzó la interpretación de la Historia. «La Constitución no se hizo pactando con los vascos». A los nacionalistas vascos se refería, de los que dijo que no se les tuvo en cuenta para nada.

No es cierto. Se negoció con el PNV, tan sólo los temas relacionados con el País Vasco. Pero se negoció. Otra cosa es que no llegaran a un acuerdo. Si no hubiera sido por la disposición transitoria segunda de la Constitución no habríamos tenido el Estatuto de Gernika. Otra cosa es que el partido de Arzalluz decidiera promover la abstención. Hay que contar las cosas como ocurrieron.