MIKEL BUESA-LA RAZÓN
- Lo malo es que el tiempo de las rebajas se va a alargar. «¡Putin es el culpable!», perora Sánchez para quitarse el muerto de encima mientras tira de chequera para pagar el gas ruso que financia la guerra
… ¿por qué estamos jodidos?» Es asombroso, inconmensurable, que teniendo un gobernante tan bueno como el presidente Sánchez –el juicio no es mío sino de él, tal como se desprende de su discurso sobre el estado de la nación– en España haya tanta gente que lo pasa mal. Y no se trata sólo de que, con el curso de la legislatura, hayan aumentado los pobres, incluso teniendo uno de esos empleos discontinuos que ahora los sindicatos y el Ministerio de Trabajo llaman de «calidad»; se trata más bien de que la irrupción de la inflación –ese fenómeno que la ministra de Economía decía que era transitorio y que ha venido para quedarse una buena temporada– ha ido arrasándolo todo y, con ella, ha llegado el momento de las rebajas para una buena parte de esos españoles que ahora se conceptúan como la «clase media trabajadora». De las rebajas sí, porque ha habido que reajustar los presupuestos familiares; muchos, casi la mitad, han tenido que recortar sus vacaciones o incluso renunciar a ellas; otros también han dejado aparcados sus coches más de lo habitual; y aunque las terrazas están llenas por el calor, las consumiciones son más sobrias.
Lo malo es que el tiempo de las rebajas se va a alargar. «¡Putin es el culpable!», perora Sánchez para quitarse el muerto de encima mientras tira de chequera para pagar el gas ruso que financia la guerra. Luego se sube a la tribuna y suelta el sermón moralista: que hay que ahorrar energía, que pasaremos frío el próximo invierno, que si duchas cortas, que si la resiliencia de los españoles. Y que, por supuesto, él está ahí para conducirnos por el mejor camino porque se asesora de médicos verdaderos y no de curanderos. Ellos son los que le han aconsejado sacarles 3.500 millones anuales a las empresas energéticas y a los bancos –porque son los malos que fuman puros– para financiar unas medidas que como mucho van a costar 600 millones. La cosa es sacar pasta, según parece. Y si es así, no se entiende por qué no ha metido en el paquete fiscal a los fruteros. Porque el melón, la sandía y los melocotones están por las nubes.