KEPA AULESTIA-EL CORREO

El Sociómetro del Gobierno vasco confirma la continuidad en Euskadi casi tres años antes de que se celebren las próximas elecciones autonómicas, y casi dos antes de los comicios locales y forales. La entente PNV-PSE se asegura la gobernación de las instituciones vascas, sin que la virtual mayoría absoluta que alcanzaría la izquierda abertzale junto a socialistas y ‘morados’ se vislumbre como una alternativa posible. Se necesitarían cuando menos tres o cuatro legislaturas de olvido para que cuajase un acuerdo que permitiera a los socialistas votar a una lehendakari de EH Bildu o de su futura marca. U otros tantos cuatrienios para que la izquierda abertzale renunciase a un segundo puesto que se consolida para dar sus votos a una lehendakari socialista a causa de una misteriosa metabolización del daño causado. En cuarenta años de autogobierno ha habido dos momentos que trastocaron la hegemonía política jeltzale. Tras la escisión de EA entre 1985 y 1986, y tras el Plan Ibarretxe en 2009. Cabe concluir que solo una crisis interna hoy por hoy inimaginable o un desvarío estratégico de entusiasmo soberanista también improbable podrían desestabilizar al PNV en su dominio. Nótese además que ambos momentos críticos para los jeltzales tuvieron que ver con disfunciones en una bicefalia tantas veces admirada por su exotismo en el ecosistema político europeo. De Garaikoetxea lehendakari respecto a Arzalluz presidente del EBB, y de Ibarretxe lehendakari respecto a un Bizkai Buru batzar (presidido por Iñigo Urkullu) a punto de deshacerse de Arzalluz.

El PNV cuenta además con tres recursos para sortear toda amenaza que le impida seguir gobernando las instituciones relevantes de Euskadi. Su gobierno no tiene más oposición que la ideológica, a bulto. En cualquier momento podría quebrar la atonía de una situación políticamente estable aliándose, siquiera como amago, con EH Bildu para simular un salto a semejanza de la ‘vía catalana’. Y se vale de su reconversión socialdemócrata, que enmudece a los socialistas, a la izquierda abertzale y hasta a los morados. En la política de lo posible el PNV es imbatible. Porque además descansa sobre la autosatisfacción congénita de los vascos. El Real Instituto Elcano acaba de señalar que la percepción que los españoles tienen de su país es más crítica que la que mantienen los ciudadanos del G8 sobre España. Euskadi es la excepción de autoestima sobre la que se proyecta la hegemonía jeltzale, jactándose de las ventajas de nuestra singularidad mientras elude someterse a una evaluación de resultados en contraste con los recursos disponibles.