SANTIAGO GONZÁLEZ-EL MUNDO

De todo lo sucedido en las últimas horas en el Parlamento vasco lo que más me llama la atención es la sintonía entre el PSE y Podemos, Idoia Mendia y Pili Zabala. Ambas coincidieron en reprochar a EH Bildu la bronca que montaron algunos de los suyos en la Cámara. Mendia y Zabala afearon a los bildutarras que «se les habían colado demonios del pasado». La expresión tiene su aquel habida cuenta de que el debate que dio motivo a la tangana era un asunto tan evidentemente de futuro como el debate de la Ley de Abusos Policiales, pactada por los gobiernos central y vasco.

Estaban invitados varios sindicalistas de los Cuerpos de Seguridad, las cuerpasyfuerzos, que diría Irene Montero. El orador batasuno, Julen Arzuaga, encendió la mecha al sentirse provocado por los invitados, a los que calificó de asquerosos, nazis que se oponen al proceso de Nuremberg, equiparable a esta Ley de Abusos que ellos tampoco apoyan. La presidenta del Parlamento, desbordada por los borrokas, expulsó a Josu Estarrona. Los populares abandonaron el Pleno en señal de protesta, mientras los socialistas se hacían los distraídos. Alfonso Alonso hizo las cuentas pertinentes: la voz que insulta y amenaza fue cómplice de los asesinatos de 206 guardias civiles, 149 policías nacionales, 13 ertzainas y 24 policías municipales. Al parecer, el portavoz radical se sintió provocado por los ocupantes de la tribuna de invitados y ahí empezó todo. La ley va a ser aprobada con el apoyo explícito del PNV y PSE y la abstención de EH Bildu y Podemos.

Si bien se mira, el doctor Sánchez tiene motivos sobrados para la satisfacción. Urkullu sólo cuenta con el apoyo de los socialistas vascos y el pase (haz que pase) de EH Bildu y Podemos, mientras él se apuntaba en la convalidación de los decretos el apoyo del PNV, Podemos y EH Bildu, amén de los golpistas catalanes, que por razones obvias no tienen representación en Vitoria y sí en Madrid. EH Bildu no se abstiene ante Sánchez y vota sí con entereza de carlista.

También vota que sí el partido de Pablo Iglesias, ese tipo que se emociona cuando ve a su gente apalear a un policía caído en el suelo o llora para las cámaras ante una fosa de Paterna donde pudieran estar los restos de un tío abuelo suyo.

ETA, asistida por el silencio cómplice de Arnaldo Otegi y HB, mató a 11 socialistas. Ni siquiera el asesinato del portavoz del PSE, Fernando Buesa, llevó a Otegi a dar un pésame corporativo. Claro que entonces a Idoia Mendia aún le faltaban dos años para ocupar el escaño que dejó vacío Nicolás Redondo y no podía guardar memoria del desplante. Ella no estaba, quizá por eso no le hizo ascos a cocinar junto al batasuno en Nochebuena. Los socialistas se hicieron los locos mientras sus socios, el fiel de la balanza en la Diputación Permanente, insultaban a los invitados de los sindicatos policiales sin que Grande-Marlaska haya dicho ni pío. Señor, haz que pase pronto todo esto, qué vergüenza.