EL MUNDO 19/02/15
ARCADI ESPADA
LAS PRIMARIAS son un excelente método de elección de candidatos, siempre que se ejecuten al modo de la sección madrileña del Partido Socialista. El admirable proceso empezó sacándose de encima a Tomás Gómez. Mientras los imputados andaluces Chaves y Griñán seguirán en sus escaños, con el madrileño Gómez solo fue necesario el rumor. Esta es la trascendental diferencia entre Susana Díaz y Pedro Sánchez. Dos modelos de sociedad irreconciliables. El proceso siguió luego con la emergencia del profesor Ángel Gabilondo como candidato. La palabra profesor es una de las más corrompidas de la vida española, pero en este caso cuadra. Y cuadra hasta tal punto que a qué, quia, exactamente, va a someterse el profesor a un examen por parte de sus alumnos. El profesor hizo saber enseguida que él aceptaría ser candidato, siempre que se lo pidiesen educadamente. Como debe ser. Pasaron unos días inciertos, de gresca soterrada, hasta que ayer, a media tarde, se produjo la liquidación de Amparo Valcarce, que había dicho que quería ser primaria y tras la que se adivinaba un intolerable rescoldo de rencor y de venganza por el apartamiento de Gómez. No me consta que en este caso haya sido ni siquiera necesaria la evacuación del rumor: la señora Valcarce se ha ido por su propio pie, diciendo cosas. Así pues las primarias del socialismo madrileño parecen ya definitivamente perfiladas: están el profesor Ángel Gabilondo y Pedro Zerolo. No creo que deba extenderme mucho sobre este último nombre. Solo decir que en las primarias de cualquier partido, en cualquier parte, siempre tendría que participar Pedro Zerolo.
Este es, en síntesis periodística, el ejemplar proceso democrático que va a llevar al honrado profesor Gabilondo a la cima de la candidatura socialista a la Comunidad de Madrid. Y es que, en efecto, ya se ve que las primarias son una bendición democrática y la mano de santo para resolver los infinitos problemas de democracia interna que aquejan a los partidos políticos. En este sentido me viene ahora a la memoria, como estrambote, una entrevista con nuestro profesor Gabilondo en La Vanguardia, de hace un año. Allí decía. «Es mejor perder con otros que ganar solo». La venganza que acecha a las frases vacías, de poseur, es que luego venga un caníbal como yo y las rellene con carnita de primarias y un poco de chile. Ya ve, profesor. No solo no va a perder en compañía, sino que va a ganar solo. Un drama.