Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

En su carta abierta a los futuros legisladores y gobernantes, el Círculo de Empresarios de Madrid habla de muchas cosas, pero su propuesta sobre las pensiones ha sido la que más repercusión mediática ha concitado. Son muchos los políticos y sindicalistas, incluso empresarios de otras organizaciones, que han opinado al respecto y todos, sin excepción salvo que se me haya escapado algo, lo han hecho en contra. La propuesta realizada, alargar la vida laboral y retrasar la jubilación hasta los 72, es inoportuna y poco matizada. Lo cual no obsta para que sirva para abrir un debate necesario o, más bien, ineludible. El gobierno ha realizado una reforma del sistema, pero no ha sido la reforma de la solución, sino la del ‘contento’, basada en subidas del IPC, en un momento de máxima tensión en los precios y en unas subidas de las cotizaciones que agravan la inequidad del sistema y resultan manifiestamente insuficientes para garantizar su sostenibilidad, como han manifestado todos los expertos privados y organismos independientes de la importancia de la AiREF y el Banco de España.

Es inoportuna porque ningún partido político quiere plantear soluciones en estos tiempos electorales. La razón no es que no se necesiten, sino que todas las posibles y eficaces son impopulares y restan votos, pues molestan a un colectivo poderoso de 10 millones de votos. Si nunca se debe jugar con las cosas de comer, menos con las de votar y menos aún con las de votar cuando hay elecciones a la vista. Y molestan porque en un sistema que se puede resumir en unos dineros que entran en la caja y otros que salen, cuando el resultado sale negativo, como es el caso, solo cabe reducir los gastos, aumentar los ingresos o ambas cosas a la vez.

Resulta sorprendente que un tema tan importante y que afecta tanto a tantos ocupase un lugar residual en el debate en televisión de los dos únicos líderes que pueden presidir el futuro gobierno. Todo se quedó en un cruce de reproches sobre quien congeló las pensiones (ya sabe, Zapatero las congeló, con el voto de Sánchez…, pero no todas, solo ‘casi’ todas y quien puso objeciones a su actualización fue el PP). Nada de propuestas nuevas, nada de visiones a largo plazo, en definitiva, nada de interés. El tema fue tan mal tratado que lo podrían haber evitado por completo. Es verdad que Sánchez utilizó en su ayuda la promesa de dotar anualmente la hucha de las pensiones, pero eso es un torpe brindis al sol. Cuando los ingresos no cubren los gastos y se produce un déficit, como es el caso, la diferencia la ponen los presupuestos. Si ponen lo justo se equilibra el saldo, si ponen más se produce un excedente y se puede dotar con él un remanente, la famosa hucha. Pero en la huchas se guardan los ahorros y aquí, simplemente, no hay ahorros, porque el sistema no los genera.

Por eso habrá que hablar y hacer cambios más profundos de los realizados en esta legislatura. Utilizando las palabras del propio Pedro Sánchez, las opiniones son libres, pero los hechos son tozudos. ¿Cuáles son los hechos? Hay muchos, le recuerdo unos pocos. El gasto en pensiones será de 190.000 millones en 2023 –un 14,5% del PIB–, tras aumentar este año en 20.000 millones. Ni siquiera la suma de las subidas aprobadas de las cotizaciones, la mejora de los salarios y el aumento de mero de cotizantes consigue equilibrar las cuentas, cuyo déficit aumentará este año en 3.500 millones, debido a que la actualización de las pensiones se lo traga todo.

En la última década, los ingresos por cotizaciones sociales han aumentado en 46.000 millones y los gastos de las pensiones, solo el de las contributivas, lo han hecho en 68.799. En 1960, el 8,2% de los españoles tenía más de 65 años, en 2020 eran ya el 22,9%. Hay 7,7 millones de españoles en edades comprendidas entre los 45 y los 59 años. Lo que viene es aún peor.

En España hay nueve comunidades autónomas en las que hay menos de dos cotizantes por cada pensionista y solo hay dos de ellas, Madrid y Baleares, en las que las cotizaciones superan a las prestaciones. Todas las demás son deficitarias. Como curiosidad, le apuntaría que Cataluña tiene un déficit de 5.871 millones y el País Vasco otro de 4.002,1, algo menor que el presupuesto de Osakidetza. ¿Qué sería de nosotros sin el apoyo de la caja única del Estado opresor?