EL MUNDO – 17/01/16
· Los expertos creen que los radicales han dado «importantes» pasos por puro pragmatismo.
Afirma el Gobierno vasco que está en vías de «clarificar» con la izquierda abertzale el «alcance y contenido» de los pasos dados por Sortu esta semana. Primero, el planteamiento lanzado por Rufi Etxeberria a los presos para que se adapten a la legalidad de forma individual; y después, el inédito acuerdo alcanzado por responsables de Batasuna con la Fiscalía de la Audiencia Nacional para evitar la cárcel, lo que supone asumir haber sido «instrumentalizados» por ETA.
¿Por qué ahora? El portavoz de Sortu, Pernando Barrena, ha justificado la demora echando balones fuera. «Porque hasta ahora la Fiscalía y la acusación jamás habían mostrado voluntad alguna para llegar a un acuerdo», ha alegado. Lo que para la izquierda abertzale responde a una lógica del «nuevo tiempo político», para los expertos consultados por EL MUNDO responde más bien a una lógica pragmática.
Los movimientos –que más allá de las motivaciones, son «importantísimos» de acuerdo a la valoración general– se dan en plena caída electoral, acrecentada con el varapalo de las generales, y con la presencia de las autonómicas vascas en el cercano horizonte de otoño, donde existe el riesgo «real» de que el efecto Podemos desactive la bazaOtegi. La formación de Pablo Iglesias, la fuerza más votada en Euskadi en las generales, ha logrado atraer a gran parte de su base electoral con la asunción programática del derecho a decidir pero sin ser un partido soberanista, algo hasta ahora impensable.
«La estrategia de la izquierda abertzale tiene bastante que ver con las elecciones»: el historiador vizcaino Gaizka Fernández Soldevilla no tiene dudas sobre las motivaciones. Se ampara en que los pasos no han venido acompañados de una «reflexión crítica y moral» sobre la «asunción real del dolor causado» a las víctimas de ETA. Habla de «miedo» por la posibilidad «real» de perder masa electoral y representación política a manos de un partido no independentista. «Ser superados en unas elecciones vascas por un partido no nacionalista sería un fracaso absoluto, un punto crítico para ellos», expone.
El historiador cántabro José Antonio Pérez, doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco, también apunta a la «fuerte» irrupción de Podemos, que «obliga a la izquierda abertzale a ir abriendo nuevos escenarios y a cerrar viejos capítulos». La cuestión de la violencia y los presos –indica– «cada vez implica menos a la sociedad vasca». EH Bildu «no ha logrado conseguir más solidaridad del resto del espectro político y social», pese a imágenes como la multitudinaria manifestación por los presos de Bilbao, y a los jóvenes les parece algo lejano. «Parece que no les quedaba más solución», asevera.
El auge de Podemos ha cambiado el escenario, pero también la «fortaleza» del Estado de Derecho, que, según apunta Pérez, «les ha achicado el espacio hasta un límite que no esperaban» y les ha empujado a dar pasos hasta ahora impensables. Así, la izquierda abertzale ha tenido que «pasar por el aro», aceptar el «haber estado supeditado a ETA» y renunciar a la solución colectiva para los presos, su línea roja histórica. «Han decidido ser posibilistas al ver que otros caminos eran imposibles», corrobora Fernández Soldevilla.
Pocos dudan de que hay «un cambio de actitud histórica» por mucho de que la izquierda abertzale hable de una secuencia lógica del «nuevo tiempo político». Fernández Soldevilla pone el acento en que el acuerdo asumido por los 35 imputados para reconstruir Batasuna evidencia que la «Ley de Partidos sí tenía un sentido», ya que ha ahogado a la banda terrorista y a su brazo político. «El cese de la violencia no ha dependido sólo de ETA y su mundo, sino que la Ley, la Justicia y la Policía les ha obligado a ello», sentencia.
El sentido de la Ley de Partidos no es la única evidencia que se puede extraer. Para el historiador vizcaino, el cambio «real e histórico» que supone la firma de este documento es «una manera de asumir que [la izquierda abertzale] se equivocó en la Transición al optar por la violencia y no por la política». Ahora, cuadro décadas después, «está haciendo lo que se les pedía entonces».
Fernández Soldevilla no cree que los nuevos pasos deriven «ahora mismo» en una «reflexión moral» en las filas abertzales, pero sí considera que esta nueva «estrategia más posibilista» puede abrir la puerta a esta reflexión autocrítica sobre su pasado. Ejemplos hay en Euskadi. Lo mismo pasó con los polimilis de ETA o con Euskadiko Ezkerra, que acometieron este proceso más adelante. «Es pronto, pero existe esta posibilidad», afirma el autor de un exhaustivo libro sobre la historia del partido que acabó diluido en el PSOE (Héroes, heterodoxos y traidores). «Aunque es más bien un deseo», precisa.
De momento. Pérez considera que el acuerdo con la Fiscalía ya conlleva explícita o implícitamente una «revisión» del pasado por parte de la izquierda abertzale. Y, por ello, alerta de que la antigua Batasuna debe resolver las «tensiones y contradicciones internas», con una disidencia interna que exige la amnistía «cada vez con más peso» y un colectivo de presos sumido en una situación «complicada de gestionar». «Y no parecen tensiones menores», asevera. En todo caso, considera que estos pasos pueden ayudar a «desatascar» la situación de los reclusos.
Contrario a estos planteamientos, el sociólogo y ex dirigente del PNV Joseba Arregi no ve ninguna trascendencia en estos pasos. «Es marear la perdiz», reitera una y otra vez, convencido de que la condena a ETA «no llegará nunca». La reinserción individual reclamada a los presos, al margen de «llegar muy tarde», «ya veremos si se cumple». Y lo sucedido en la Audiencia Nacional, al margen de un tufo electoral, persigue que la sociedad vasca «caiga en la trampa y les haga héroes».
EL MUNDO – 17/01/16