Sortu, en capilla

El tiempo ha demostrado lo erróneo de aquel argumento que defendieron hasta los obispos vascos. Que Sortu (o Batasuna) fuera legal no asegura un avance hacia la paz. La izquierda abertzale fue legal durante veinticinco años. Se avanzará hacia la paz si Batasuna deja de dar cobertura al terrorismo.

Después de semanas de discusión pública, el destino de Sortu está ya en manos del Tribunal Supremo que debe decidir si acepta su vuelta a la legalidad o ratifica la decisión del Ministerio del Interior de no inscribirlo en el registro de partidos políticos.

En esta ocasión la izquierda abertzale ha ido más lejos que nunca en la aceptación de las exigencias legales para poder volver a la vida política. Dentro de unos días, cuando se conozca la sentencia del tribunal, se verá si ha sido suficiente o se han quedado cortos. Hasta ahora los movimientos realizados no han convencido ni al Gobierno ni a la Fiscalía que han considerado que Sortu-Batasuna no ha roto definitivamente con ETA y su estrategia y que los cambios efectuados forman parte de un juego convenido entre la banda y su rama política para poder volver a la legalidad. Consideran que en ese juego ETA habría puesto sobre la mesa el anuncio de tregua para crear un ambiente político favorable y Sortu habría buscado ajustarse a los requisitos legales llegando lo más lejos posible para asegurarse una resolución favorable de los tribunales.

Más allá de la discusión de los aspectos legales, el debate sobre Sortu tiene una dimensión política que excede el marco que se dirime en una sentencia judicial. Así, uno de los argumentos utilizados en favor de la legalización del partido de la izquierda abertzale es que su inscripción en el registro del Ministerio del Interior actuaría en favor de la paz. Esta alegación es la cara inversa de la utilizada en su día para oponerse a la ilegalización de Batasuna con la excusa de que la puesta fuera de la ley de este partido agudizaría tensiones en el País Vasco y reforzaría la violencia al cerrar las puertas de la acción política a la rama política de ETA.

El tiempo ha demostrado lo erróneo de aquel argumento que defendieron, entre otros, los obispos vascos de la época, ya que la puesta de Batasuna fuera de la ley no ocasionó más violencia, sino menos. Y las tensiones políticas y sociales no fueron mayores que las registradas antes de la ilegalización, sino lo contrario.

La presencia de Sortu o Batasuna -tanto da el nombre- dentro de la ley no asegura por sí misma un avance hacia la paz. Dependerá de lo que haga en la legalidad. Casi veinticinco años estuvo la izquierda abertzale dentro de la ley. Fueron los años en los que el terrorismo fue más activo y mortal. Y contó con la connivencia de ese partido. Se avanzará hacia la paz si Batasuna deja de dar cobertura al terrorismo etarra, algo que en la situación actual, con el partido ilegalizado, es una exigencia previa a su vuelta a la legalidad.

Florencio Domínguez, EL CORREO, 22/3/2011