- “Saco lo peor de mis enemigos y así es como los derrotó” (Roy Cohn)
Tras la resaca de la debacle socialista en Madrid, la tensión política se ha trasladado a Andalucía, donde Pedro Sánchez quiere aprovechar el momento de debilidad de Susana Díaz para derrotarla de forma definitiva.
Tras el golpe de partido con el que venció en 2016 a Díaz, apoyada por los históricos del socialismo, y la resurrección de Sánchez en las primarias de 2017, donde puso fin a las aspiraciones nacionales de la sevillana, se precipita ahora un tercer combate. Díaz contra Sánchez, como Alí contra Frazier por el título de los pesos pesados (The Thrilla in Manila), pero con las primarias andaluzas como escenario y con Juan Espadas, alcalde de Sevilla, como adversario interpuesto del sanchismo.
Después de las elecciones municipales de 2019, Ferraz quiso hacerse con el control de las diputaciones provinciales, base del poder institucional del PSOE de Andalucía. La lucha se centró sobre todo en la Diputación de Sevilla, fundamental para aglutinar a las agrupaciones locales de la provincia más socialista y donde su presidente, el susanista Rodríguez Villalobos, lleva ya más de 17 años en el cargo.
Se llegó entonces a un acuerdo. Una tregua momentánea que permitía a la trianera seguir contando con la institución supramunicipal mientras Sánchez introducía sus peones en el escenario en preparación de la siguiente batalla orgánica, que no tardó en desencadenarse.
A finales de marzo se decapitó desde Madrid a la delegada del Gobierno en Andalucía, partidaria de Susana. También se redobló la presión contra Villalobos y las secretarías provinciales, hasta hace muy poco expresión omnímoda del poder de Díaz en el partido, y que fueron minadas concienzudamente desde calle Ferraz con dos objetivos: el adelanto de las primarias y la victoria posterior de un candidato cercano a Sánchez.
En las últimas semanas se han ido pronunciando, a favor de las intenciones sanchistas, las ejecutivas de Jaén, Cádiz, Granada y Huelva. En esta última, y tras la dimisión de Ignacio Caraballo, dirige la formación una gestora nombrada desde Madrid. En estas cuatro provincias, el aparato es ya del presidente del Gobierno.
A María Jesús Montero le gusta ser ministra, así que se ha resistido a la llamada a convertirse en la antagonista de Díaz
La última jugada ocurrió en Málaga, hace pocos días. José Luis Ábalos llamó a Dani Pérez, portavoz y concejal del Ayuntamiento, para ofrecerle la secretaría provincial de Ruiz Espejo (que aguanta como fiel susanista) a cambio de posicionarse junto a Espadas. El PSOE malagueño, donde los sanchistas eran minoría en un primer momento, se ve ahora dividido por esta lucha.
A María Jesús Montero le gusta ser ministra, así que se ha resistido a los cantos de sirena que la llamaban a convertirse en la antagonista de Díaz en las primarias. Se pretendía, desde hace tiempo, una nueva operación Illa. Siendo ambas hijas políticas de Griñán y Chaves, mancilladas las dos por el espectro de los ERE, ha ido tomando cuerpo poco a poco la opción B del alcalde hispalense, que hace sólo unos días presentó formalmente su candidatura en Granada.
El pasado Viernes Santo, saltándose el cierre provincial, Espadas visitó Málaga buscando el apoyo de una provincia que, hasta ahora, había sido mayoritariamente susanista. La lideresa andaluza hacía lo propio mientras tanto, pero centrándose en pequeños municipios y sin dejar de repetir que eso de las primarias “no tocaba”.
La lucha por el poder en el PSOE andaluz se juega entre dos sevillanos, pero de distinto corte. Susana arrastra, bajo la fachada de su populismo trianero, la losa de más de 30 años de régimen socialista. Espadas, sanchista por oportunismo, tiene en cambio buen cartel como alcalde incluso en Málaga, adonde se ha trasladado el centro de poder de la Junta y de los populares andaluces.
Luis Ángel Hierro, profesor universitario y exdiputado, se proclama a sí mismo como el tercero en discordia. Sin aparentes posibilidades, ya hay militantes que le acusan de ser un instrumento del susanismo para restar votos a Espadas. Un Espadas que, aunque consejero en su día de Chaves y candidato de Ferraz, es presentado como la apuesta renovadora del partido.
Con Susana o con Espadas, el PSOE andaluz está en su peor momento
Sobre el sainete gravita la posibilidad de que Juanma Moreno haga un Ayuso, pues las encuestas señalan al PSOE, por primera vez en la historia, como perdedor de unas hipotéticas elecciones autonómicas. Esta, precisamente, ha sido la excusa de Sánchez para presionar a Díaz hasta conseguir estas primarias: la idea de que con Espadas, o con otro candidato que no sea la expresidenta, mejorarían los resultados socialistas.
Sin embargo, el presidente de la Junta ha manifestado estos meses, por activa y por pasiva, su intención de dar estabilidad a la región agotando el mandato. El jueves, sin anunciarlo a la prensa, Pablo Casado se apareció por Málaga y se entrevistó con Moreno y Bendodo, factotum del PP andaluz.
¿Hablaron de este posible adelanto electoral? Sin duda, tras Madrid, es una posibilidad que gana fuerza, aunque Moreno sigue proclamando que concluirá la legislatura.
La gran batalla del PSOE se librará en las primarias del 13 de junio, tal y como aprobó la Ejecutiva Federal en una nueva victoria del presidente. Por primera vez, los susanistas ven peligrar el control del partido.
Pero con Susana o con Espadas, el PSOE andaluz está en su peor momento. Y eso, en caso de elecciones generales, puede llevarse por delante a Pedro Sánchez. De ahí la trascendencia nacional de este combate.
Es posible, incluso, que no sea el último.
*** Cristóbal Villalobos es historiador y escritor.