Tenía que llegar

IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

Lo malo que tiene la realidad es su desagradable manía de imponerse siempre a nuestros deseos. El Banco Central Europeo se reunió ayer de urgencia -mala señal- para tratar de un problema grave que aparece en el horizonte financiero de la UE. Se trata de la ruptura que se produce entre la deuda de los países del sur -piense en Italia y no se olvide de España- y los países del norte. Desde que implantamos el euro como moneda común todas las emisiones se realizan nominadas en ella y de ahí que ya no exista el riesgo de cambio. Pero la prima de riesgo existe y se amplía a una velocidad excesiva. ¿Por qué razón? Pues porque refleja las diferencias de riesgo… de impago. Hasta ahora no ha sucedido tal cosa, y mire que hemos emitido cantidades ingentes de deuda. ¿Cómo era posible? Pues gracias a que el BCE compraba todo el papel ofrecido y lo hacía exigiendo unos precios ridículos. Pero se ha acabado la fiesta y el órgano emisor ha anunciado la próxima llegada de dos actuaciones preocupantes: van a subir los tipos y van a cesar las compras.

A partir de ahora será necesario encontrar nuevos compradores, dado que no podemos parar de emitir deuda debido al escaso rigor presupuestario de los estados concernidos. ¿Por qué razón iba a asumir usted, como acreedor, un riesgo mayor de impago si no conllevaba la contrapartida de una mayor rentabilidad? Es decir, y visto al revés, si le ofrecen deuda alemana o italiana o española con la misma rentabilidad, ¿cuál prefiere usted?

Todo esto es consecuencia de la maldita costumbre de gastar sin que previamente hayamos logrado ingresar lo necesario. Los adoradores del gasto de toda condición y los complacientes sociales de todo pelaje pensaban que esta práctica del endeudamiento enloquecido era indolora y carecía de contraindicación. Así que hemos llegado a acumular 1,45 billones de deuda a finales del primer trimestre de este año.

Para evitar la ruptura del mercado, el BCE deberá idear algún tipo de mecanismo que pasará por mantener las compras en aquellos países en los que la prima de riesgo se dispare. Un último recuerdo, piense en lo que sucedió con Grecia durante la crisis de las ‘subprime’. Pero eso obligará a que el dinero de todos se use para ayudar a algunos, precisamente a los más desaprensivos, y no será fácil convencer a los frugales de que su dinero se emplee en apoyarles. No será fácil, pero se hará, porque la contrapartida es peor para todos. ¿Qué nos pedirán a cambio? Esa es la cuestión y ahí radican nuestros temores…