Terrorismo irracional

JUANJO SÁNCHEZ ARRESEIGOR / Historiador, EL CORREO 23/04/13

· Por qué motivo iban dos jóvenes exiliados chechenos a organizar un atentado masivo en Estados Unidos? Los chechenos son un pueblo caucásico de religión islámica suní que fue conquistado por los r usos durante el siglo XIX, pero nunca se amoldó al dominio zarista. Un fugaz intento de recuperar su independencia durante el caos de la Revolución soviética acabó aplastado en sangre. Luego la situación fue todavía peor, cuando Stalin castigó de forma implacable a la totalidad del pueblo checheno por su supuesto colaboracionismo con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

Los últimos treinta años del periodo soviético fueron un periodo relativamente tranquilo para los chechenos, pero los resentimientos por los terribles daños recibidos habían calado hondo entre toda la población. Cuando los vasallos del Pacto de Varsovia rompieron amarras uno tras otro, los chechenos se mantuvieron tranquilos. Cuando los rusos abandonaron derrotados Afganistán, los chechenos no movieron ni un músculo. Cuando la propia Unión Soviética se desintegró y las repúblicas periféricas –Ucrania, los países bálticos, las tres repúblicas trascaucásicas, etc.– reconquistaron su independencia, los chechenos no parecieron darse por aludidos, pero es evidente que tomaron buena nota de todo lo que sucedía y se dispusieron a actuar en consecuencia. Entonces se vieron afligidos por el peor de los azotes: un héroe, o algo parecido.

Dzhojar Dudáiev era un militar checheno rusificado que había llegado a ser el general al mando de una región aérea completa en las repúblicas bálticas. En el paranoide sistema policial soviético, era totalmente imposible que una persona étnicamente no rusa lograse alcanzar un puesto de tal relieve si hubiera existido la más remota sospecha de que simpatizase lo más mínimo con cualquier tipo de nacionalismo checheno. Por lo tanto, cuando Dudáiev se puso al frente de la guerra de la independencia de sus paisanos, era evidente que estaba actuando con cínico oportunismo.

La primera guerra chechena fue extremadamente brutal, afectando de manera indiscriminada a la totalidad de la población. Fue como si Stalin hubiera regresado de la tumba. Muchos chechenos huyeron para ponerse a salvo, incluidos los Tsarnáev, padres de dos niños entonces muy pequeños: Tamerlán y Dzhojar, los sospechosos del atentado de Boston. Los chechenos ganaron su primera guerra contra Rusia, pero perdieron la paz. Bajo el mando de Dudáiev, Chechenia acabó siendo un caos absoluto dominado por clanes mafioso-caciquiles donde cualquier clase de ley y orden brillaban por su ausencia. Por lo tanto los Tsarnáev emigraron de nuevo, esta vez a Estados Unidos.

Llegados muy jóvenes a una tierra totalmente extranjera, los dos hermanos parecieron integrarse rápido y bien. Tamerlán incluso se casó con una chica cristiana y su carrera como boxeador parecía prometedora. Sin embargo, declaró en una entrevista que no tenía ni un solo amigo norteamericano, que no los comprendía. Su esposa le dejó por violencia doméstica. Sus padres se separaron. Sus tíos se fueron a otra ciudad. Por lo tanto, se trataba de una integración más aparente que real, en una familia rota.

La reconquista rusa de Chechenia fue más brutal si cabe que la guerra anterior. Al final, la mayor parte de la población se sometió por puro agotamiento. Los demás huyeron o fueron exterminados, debiendo tomarse el verbo ‘exterminar’ de la forma más literal posible. Por lo tanto no debe extrañarnos que siga existiendo un terrorismo checheno y violentos sentimientos antirrusos entre las comunidades chechenas exiliadas, o que dos jóvenes exiliados, aparentemente pacíficos, alberguen en su interior un feroz odio que acabe llevándoles a la violencia.

Solo queda un punto oscuro pendiente de aclarar: ¿qué tiene que ver con todo esto la ciudad de Boston o su maratón? Hablar en general de terrorismo islámico y odio a Occidente equivale a no decir nada. Estados Unidos no ha intervenido en el conflicto de Chechenia. Tampoco habría podido hacer nada aunque lo hubiera deseado, dado el poder militar de Rusia y la situación geográfica de Chechenia, aislada, sin salida al mar. Todo el terrorismo checheno se ha centrado hasta este momento en atacar a Rusia, que ya es de por sí demasiado enemigo para encima buscarse otros.

Aunque los padres de Tamerlán y Dzhojar afirman ahora que sus hijos son inocentes y que todo es un complot del FBI, parece bastante clara su culpabilidad, pero todavía quedan muchas preguntas: ¿recibieron ayuda? Al parecer no; los investigadores creen que actuaban solos. Pero entonces, ¿de dónde sacaron los explosivos? Y, sobre todo, ¿por qué atacar un maratón? El atentado no ha sido reivindicado; ¿existía de verdad alguna excusa ideológica, o ha sido solo un desahogo por una mala situación personal?

Gran parte del terrorismo checheno que sigue existiendo parece más bien un acto de venganza contra Rusia que un verdadero intento de conseguir una inalcanzable independencia. ¿Podríamos estar, no frente a un verdadero atentado terrorista con fines políticos, sino frente a un fenómeno de violencia irracional como el del típico chiflado que se sube a un tejado y comienza a disparar contra todo el mundo? Y al final del todo: ¿cuál es la diferencia, cuál es la frontera, entre ambos fenómenos?

Puede que la única diferencia esté en que algunos de estos locos actúan por su cuenta, mientras que otros acaban encuadrados como carne de cañón de alguna facción fanática.

JUANJO SÁNCHEZ ARRESEIGOR / Historiador, EL CORREO 23/04/13