IGNACIO CAMACHO – ABC – 21/01/16
· Con el pacto anti PP en marcha paso a paso, la investidura de Rajoy sólo va a servir para que lo despidan a sartenazos.
Está casi hecho. Tanto que Rajoy podría ahorrarse mañana el trámite de solicitar al Rey la investidura, que sólo va a servir para escenificar su solitaria minoría y para que lo despidan a sartenazos; más que el primer acto de la nueva legislatura será el último de la anterior, un juicio sumarísimo al mandato marianista. El presidente la va a reclamar por vergüenza torera y porque aún espera el remoto prodigio de que Sánchez no aguante la presión o de que cruja la cohesión interna de Podemos.
Pero la alianza de izquierdas está forjada. Falta que fragüe con el hormigón de la letra pequeña y el encofrado del PNV. El soberanismo catalán, con su abstención, pondrá la cubierta impermeabilizante. Será una construcción débil y con muchas grietas, pero el líder del PSOE la encontrará bastante más confortable que la intemperie a la que le condenaría un fracaso.
El hostigamiento de Susana Díaz y otros barones no ha hecho sino reafirmarlo en su idea de gobernar como única manera de salvar el liderazgo. Necesita tumbar antes el primer intento marianista, para legitimar su estrategia y colocarse en el centro del tablero como el único candidato capaz de ofrecerle al país un Gobierno. Rajoy podría desestabilizarlo renunciando al encargo para precipitar la jugada y situarse él mismo como alternativa, pero no le van los lances de riesgo. Por su parte, Pablo Iglesias contempla con recelo la posibilidad de nuevas elecciones; intuye problemas de financiación y alberga dudas sobre la continuidad de sus franquicias nacionalistas. Le conviene ganar tiempo y le resultaría difícil gestionar un no a los socialistas: el mismo voto que el PP.
El referéndum catalán no será problema… si nadie quiere que lo sea. Lo fundamental es la voluntad de pactar. Si se aviene a ello, Iglesias aparcará su exigencia de autodeterminación en beneficio de una agenda de medidas sociales (es decir, de gasto público), una nueva ley electoral y negociaciones con el soberanismo. El PSOE blasonará del logro de retirar de la mesa el escollo que había fijado el Comité Federal como línea insalvable. Y hasta Ciudadanos se podría permitir el lujo de votar en contra del multipartito disimulando su alivio por no volver a las urnas.
Lo que queda es una guerra de tiempo, pero transcurre a favor de la coalición anti PP. Cuando la cuenta atrás se ponga en marcha, con la primera sesión de investidura, Rajoy estará solo, sin más socio que la suerte. Una ruptura de última hora, un bloqueo final improbable, una quimérica rebelión interior en la socialdemocracia. Ha tardado en comprender que desde el escrutinio electoral no depende de sí mismo. En realidad lleva dos años sin entender, revés tras revés, lo que se estaba fraguando ante su vista. Ha confiado en una lógica de sensatez que simplemente no existe; cuando está por medio el poder, las líneas rojas de la política se pintan con tinta invisible.
IGNACIO CAMACHO – ABC – 21/01/16