Tormenta de piedras sobre Sánchez y Rivera

EL MUNDO – 25/02/16 – CASIMIRO GARCÍA-ABADILLO

· La batería de descalificaciones que se lanzaron ayer desde el PP y desde Podemos contra el acuerdo firmado por Pedro Sánchez y Albert Rivera es, en estos momentos, su mejor aval.

Mientras que los líderes del PSOE y Ciudadanos hablaron de cesiones para que «ganen todos los españoles», a su derecha y a su izquierda se manejaron argumentos espurios para justificar un rechazo que responde básicamente al resentimiento que deben sentir tanto Mariano Rajoy como Pablo Iglesias.

Al documento difundido ayer se le pueden poner muchas pegas, pero es el esfuerzo más serio hecho hasta el momento para poner las bases de un gobierno regenerador y reformista que, al mismo tiempo, no ponga patas arriba la economía del país.

Lo que deberían preguntarse los dirigentes del PP es qué hubieran dicho si ese mismo programa hubiera sido avalado por Rajoy. O mejor aún, qué elogios hubieran proferido si ese documento implicase que Rajoy, y no Sánchez, fuera a ser el investido como próximo presidente del Gobierno.

Las alternativas al pacto PSOE/Ciudadanos sólo pueden ser dos: o elecciones o un gobierno populista de izquierdas. Dado que ayer, tanto Sánchez como Rivera manifestaron la voluntad de mantener su compromiso incluso aunque el líder del PSOE no logre salir investido la próxima semana, tendremos que deducir que la segunda de esas opciones ha quedado definitivamente descartada.

Por tanto, el PP (que insiste una y otra vez en el deseo imposible del tripartito) tendrá que elegir entre apoyar un gobierno de centro izquierda o la incertidumbre de unas elecciones que difícilmente romperán el actual equilibrio electoral entre la izquierda y la derecha.

Al exigir como condición sine qua non para cualquier tipo de negociación la presidencia de Rajoy, el PP ha limitado de partida su capacidad para lograr apoyos. Es cierto que el PP ganó las elecciones, pero también lo es que el presidente en funciones lleva más de dos meses intentando una solución que no ha sido compartida por nadie.

A Rajoy le puede suceder como a un compañero de colegio, que era el único que tenía un balón de reglamento. Para compartir el balón ponía como condición ocupar el puesto de delantero centro. Lo que ocurría, casi siempre, es que terminábamos jugando con una pelota de goma y con él sentado en el banquillo.

Espero que el tiempo haga reflexionar a los dirigentes del PP. Pero si Rajoy quiere de verdad hacer un sacrificio por España, debería negociar con el PSOE y Ciudadanos las condiciones de la abstención de su partido.

En cuanto a Iglesias, ¿qué decir? La sonrisa del destino le había puesto casi al alcance de la mano una vicepresidencia del gobierno con superpoderes y ahora esa posibilidad se ha desvanecido como un sueño al despertar. Era lógica la pataleta de Podemos como partido despechado por el PSOE. Iglesias ha intentado por todos los medios marcar la agenda política del país respaldado tan sólo por 69 escaños, pero impulsado por la audacia de los que se creen en posesión de la verdad absoluta.

Sánchez y Rivera deben sentirse orgullosos por el acuerdo alcanzado, pero también deben prepararse para resistir la tormenta de piedras que se les viene encima.

EL MUNDO – 25/02/16 – CASIMIRO GARCÍA-ABADILLO