Tras el Congreso del PSC

Del Blog de Santiago González

Los congresos del PSC siempre son acontecimientos extraordinarios en los que los socialistas catalanes aprovechan para blanquear a delincuentes, sean propios o ajenos. Pongamos que hablo de Josep Mª Sala, condenado a tres años de cárcel por financiación ilegal del PSOE en el caso Filesa. Aunque apenas llegó a cumplir un mes, aprovechó su breve estancia en Can Brians para leer a John Milton y escuchar a Wagner, actividades que uno no llega a imaginar en sus compañeros de hoy.

Con razón dice Gabriel Albiac que nadie que sepa leer tiene ya sitio en el socialismo español”. Imaginen a Meritxell, mi Meritxell, en semejante tesitura, aunque yo en esto me acojo al magisterio de Savater, en su discurso de la Constitución en Bilbao: Meritxell Batet no puede ser tonta: es mujer, es catalana y Sánchez la ha hecho presidenta del Congreso, no sé cómo quieren que se lo explique. Sala fue el delegado más aplaudido en los congresos 10º y 11º del PSC, años 2004 y 2008.

José Luis Ábalos, que tampoco ha leído nunca  a Milton, blanqueaba ayer, en el 14º a los ajenos. Blanqueamiento que  tiene que partir de la investidura del doctor Sánchez como requisito previo: “la investidura es el primer paso para abordar un proceso de diálogo” y por ende, “para resolver el conflicto político, de convivencia, llamadlo como queráis”. Sánchez y los suyos solo piensan en la investidura; los condenados de Esquerra solo están a la autodeterminación y a la mesa de negociación. La abstención en la investidura será el fruto de estos objetivos, no un requisito para favorecer el diálogo.

Recuerden las palabras de Pedro I el Mentiroso, quince días antes de las elecciones del 10 de noviembre, negando la posibilidad de un Gobierno de coalición con Unidas-Podemos: “¿Os imagináis esta crisis en Cataluña con la mitad del gobierno defendiendo la Constitución y la otra mitad del gobierno, con Podemos dentro, diciendo que hay presos políticos y defendiendo el derecho de autodeterminación?” En poco más de un mes ya habían pactado el Gobierno estrafalario, pero Sánchez no ha calculado que su socio es hombre de insobornable amor a la verdad y tiene una receta infalible que aprendió del comandante Hugo Chávez para los gobernantes que no cumplan su programa: un referéndum revocatorio, que puso como condición sine qua non a Pedro Sánchez en diciembre de 2015. Pablo Iglesias, que está llamado a ser un vicepresidente honrado, se aplicará a sí mismo el artilugio, por haber dicho unos meses antes: “Lo pasaremos mal, y sufriremos, y tendremos que aguantar muchas mentiras, pero os aseguro una cosa: cuando no se te olvida de dónde vienes, cuando estás orgulloso de haber crecido en un barrio; cuando estás orgulloso de mirar a los ojos a la gente de tu piso, que ven que sigues viviendo en el mismo sitio; cuando saludas al panadero, al que te vende el periódico, (…) entonces de verdad es posible pensar que puede haber un gobierno popular”. A este chisgarabís nunca se le ha olvidado que es de Vallecas o quizá es que sus vecinos siempre han sido los hacendados de Galapagar.