Tres Cataluñas ante el 11-S

EL CONFIDENCIAL  04/09/13
JOAN TAPIA

La cadena humana que quiere ocupar de norte a sur toda la costa catalana el próximo miércoles 11 de setiembre, la fiesta nacional de Cataluña, repitiendo la gran movilización de hace un año y explicitando la reclamación de independencia, será un éxito. Pero ello no implica que el soberanismo sea mayoritario. Es una tendencia al alza y sus partidarios están muy activados pero, como indica la última encuesta del CIS, aunque Cataluña está excitada e irritada tras la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut, la tendencia de fondo a la moderación, aunque ciertamente sacudida, no ha sido liquidada.
Algo de esto se colige por los posicionamientos ante la denominada Via Catalana. Hace un año todos los partidos catalanistas -excepto el PSC– dieron su apoyo explícito y entusiasta a la manifestación por el derecho a decidir (en la que dominó el grito independentista). Ahora, las posiciones son más matizadas y parecen perfilarse tres Cataluñas diferentes. Tres bloques o sectores distintos con gran diversidad interna.
Por una parte los partidos nacionalistas independentistas, básicamente CDC y ERC, pero también las CUP de extrema izquierda, que apoyan la Via Catalana -que quiere repetir lo que sucedió en los tres países bálticos poco antes de que se separaran de la antigua Unión Soviética- y que sin fisuras se suman a una iniciativa ciudadana de la no partidista Asamblea Nacional Catalana y de Òmnium Cultural. Las diferencias entre algunos sectores de CDC y las CUP son inmensas, pero el independentismo los hermanará el próximo día 11 en la reclamación de un nuevo país europeo con Estado propio. Aunque el Estado con el que sueñan las “revolucionarias” CUP no tiene nada que ver con el de los liberales convergentes que suprimieron el impuesto sobre la herencia (como Esperanza Aguirre).
Firmemente contraria al independentismo y también al derecho a decidir hay otra Cataluña -ya se expresó el año pasado- representada políticamente por el PP y Ciutadans que es más minoritaria y que tiene menos capacidad de influencia, pero que sería equivocado ignorar, porque en las últimas elecciones -en la democracia son más importantes los votos que los manifestantes- obtuvieron la nada despreciable cifra de 750.000 votantes.
Pero hay una tercera Cataluña -hasta la sentencia del Estatut muy mayoritaria- que quería y sigue queriendo más autogobierno e incluso que la comunidad disponga de “estructuras de Estado” y que aboga o respeta el derecho a decidir, pero que tiene serias reservas a la apuesta independentista y desea una relación diferente con España. Ahí estaban (hasta hace poco) tanto los presidentes de CiU, Jordi Pujol y Artur Mas, como los del PSC, Pasqual Maragall y José Montilla. Esta Cataluña es la que sufrió el terremoto de la sentencia del Estatut. Y sigue sacudida porque una parte muy sustancial de CiU se ha transmutado al independentismo y el PSC sufre una fuerte crisis tras cuatro derrotas consecutivas en las elecciones catalanas del 2010, municipales del 2011, legislativas del 2011 y catalanas del 2012. Pero este sector -no más diverso que el independentista- este año se expresa con menos inhibiciones. 
El PSC, sin resolver sus problemas internos, respira algo mejor tras el reconocimiento por el PSOE de la necesidad de reformar la Constitución en un sentido federal y ha reafirmado que no apoya la convocatoria pero que da libertad. Algunos del sector más catalanista lo harán, pero es sintomático que jóvenes dirigentes como Rocío Martínez Sempere -que han dejado claro su apoyo al derecho a decidir- hayan anunciado que no estarán en la Via Catalana.
Por su parte, Iniciativa per Catalunya, que ha votado siempre a favor del derecho a decidir pero donde coexisten independentistas, federalistas y confederalistas, ha expresado un apoyo menor que el del año pasado y también deja libertad a sus militantes. Algunos dirigentes irán, pero otros apoyan una iniciativa que consideran más de izquierdas -rodear La Caixa pero no el Banco de Santander- que ha lanzado la inconformista monja benedictina Teresa Forcades. Hay un desplazamiento de ICV, que cada día parece más alarmada por la confluencia entre el centro-derecha de CDC y la izquierdista ERC.
Otro dato significativo es el cambio de Unió Democràtica de Catalunya, el partido democristiano asociado a CDC desde hace muchos años, que es partidario -desde siempre- de la confederación. Hace un año Unió se mostró reticente a la manifestación, pero acabó sumándose y Duran i Lleida participó. Este año el secretario general de Unió, Pelegrí, que es además conseller de Agricultura, expresó su malestar por el signo descaradamente independentista de la convocatoria, que dejaba el derecho a decidir en un segundo plano. Y como la Asamblea Nacional Catalana no hizo caso, Unió ha decidido no secundar la convocatoria, aunque deja libertad a sus militantes. Pero parece claro que ni Duran i Lleida ni el secretario general, Pelegrí, se sumarán a la cadena. Detrás de la inflexión de UDC parece haber un doble aviso a CDC: Unió no seguiría a CDC en unas elecciones anticipadas plebiscitarias con programa común con ERC ni tampoco participaría en una candidatura conjunta independentista (de CDC y ERC) en las elecciones europeas.
Esta tercera Cataluña -sería erróneo creer que constituye un bloque, porque Unió está aliada a CDC, el PSC ligado al PSOE e ICV quiere ser alternativa al ‘conservadurismo’ de ambos- tiene menos coincidencias y capacidad operativa que los otros dos bloques. Es casi imposible que adopte cualquier iniciativa conjunta, lo que no sucede en los otros dos bloques, pero la novedad -ciertamente relativa- es que alza la voz expresando tanto su rechazo a la España actual -lo que no hacen ni el PPC ni Ciutadans- como sus reservas ante un proyecto independentista que por motivos diferentes creen peligroso. Esta tercera Cataluña está ahí y cree que la salida del conflicto no pasa ni por el inmovilismo de Rajoy ni por el aventurismo independentista. Y parece que Artur Mas ha tomado nota. En la reunión del lunes con los altos cargos de la Generalitat afirmó que el derecho a decidir no tiene marcha atrás, pero también insistió en acabar la legislatura y aseguró que él marcaría el calendario. Quizás sabe que sustituir a Duran por Junqueras (con las encuestas diciendo que en una aceleración del proceso ERC puede superar a CDC) no le conviene. Y recuerden que el lema con el que Pujol ganó -contra pronóstico- las primeras elecciones catalanas, las de 1980, fue “Ara convé”, ahora conviene.