JUAN CARLOS GIRAUTA-ABC

  • Haremos como si no pasara nada y cobraremos de una televisión pública iraní. Eso era cabalgar contradicciones

Irán ha publicado una lista negra, supuesta represalia contra las sanciones de la UE. Pero la tiranía homicida no ha escrito ‘UE’; ha puesto los nombres de organizaciones y empresas concretas y, lo que es peor, los de varios ciudadanos con su nombre y apellidos. Tres de ellos son españoles: Alejo Vidal-Quadras, Hermann Tertsch y Javier Zarzalejos. Los dos últimos, eurodiputados. Los dos primeros, amigos míos, y del tercero tengo una excelente opinión. Si no se dieran estas circunstancias, escribiría igualmente esta columna porque aparecer en una lista negra del régimen más peligroso del mundo no es ninguna broma.

Si la sanción buscada fuera la declarada, las medidas adoptadas carecerían de sentido, las restricciones impuestas serían inútiles. Nadie en su sano juicio, habiendo denunciado públicamente las atrocidades de los campeones del machismo y la homofobia más brutales, piensa visitar Irán, ni tiene cuentas corrientes en sus bancos. Cuando el régimen de los ayatolás te incluye en una lista negra y la hace pública se ciernen sobre ti, objetivamente, serios peligros, siendo por supuesto lo de menos las razones aducidas para lanzar su amenaza apenas velada. Dicho de otro modo, si a cualquier analista español se le ocurre esgrimir como dignas de consideración o atención las razones del señalamiento, se convierte automáticamente en cómplice de esta campaña ‘ad hominem’ de un Estado terrorista contra tres conciudadanos nuestros.

Lo que deberíamos hacer ante esta situación es girar la vista hacia otros conciudadanos que, como los señalados, se han dedicado o se dedican a la política y que, a diferencia de ellos, lo han hecho apadrinados –o bajo el paraguas primero– del ominoso régimen de la policía religiosa y de las fatuas. La única explicación que ha dado Pablo Iglesias sobre las relaciones que él y otros de su cuerda han mantenido con el atroz totalitarismo iraní es la de «cabalgar contradicciones». La interpretación es fácil: ese régimen podrá estar asesinando a homosexuales (Mehrdad Karimpour y Farid Mohammadi son los últimos de una larga lista), y nosotros somos los primeros en enarbolar la bandera LGTBIQ+; podrá aplicar a destajo la pena de muerte y nosotros somos contrarios a ella… en general; podrá operar en él una policía de la moral, imponer el velo, azotar, arrestar e incluso asesinar a las mujeres que se lo quiten o que no lo lleven bien colocado, en tanto que nosotros somos los más feministas entre los y las feministas; podrá condenar a la pena capital por adulterio, etc. Pero dado que existe entre nosotros el coincidente interés de desestabilizar Occidente, y en concreto Europa, haremos como si no pasara nada y cobraremos de una televisión pública iraní. Eso era cabalgar contradicciones. Pero ahora se señala a españoles que son destacados adversarios políticos de los apadrinados. Esperamos su condena, estamos mirando.