EDITORIAL ABC – 02/09/15
· Es legítimo que un Estado que se siente amenazado por la ruptura recurra a todos los argumentos legales que le permitan defenderse.
El desafío secesionista de Artur Mas sufrió ayer un triple varapalo como expresión de la intensa preocupación nacional e internacional que genera la amenaza separatista. Primero, fue Angela Merkel quien advirtió de que una eventual declaración unilateral de independencia de Cataluña chocaría frontalmente con los tratados que garantizan la integridad territorial de los Estados. Un mensaje drástico y elocuente que demuestra cómo el delirio que plantea la lista separatista «Juntos por el sí» dejaría automáticamente a Cataluña fuera de la UE y del euro, y causaría un perjuicio inasumible.
Después, la patronal catalana Fomento del Trabajo avisó del temor en la clase empresarial a una aventura inédita y perjudicial, que genera «tensión y máxima preocupación» económica. Su exigencia de que el nuevo Gobierno catalán se constituya dentro del «marco legal» y con «seguridad jurídica» acredita la incertidumbre e inestabilidad que se está causando. Aunque esta advertencia tan realista y categórica sea tardía, solo puede ser bienvenida. Ya no es hora de más silencios cómplices o de conductas indolentes frente a una amenaza tan grave. Por ello resulta igual de relevante la iniciativa del Gobierno para dotar con urgencia al Tribunal Constitucional de instrumentos jurídicos que le autoricen a imponer la ejecución de sus sentencias y la posibilidad de suspender a los responsables de su incumplimiento.
Es legítimo que un Estado que se siente amenazado por la ruptura recurra a todos los argumentos legales que le permitan defenderse para proteger los derechos de una mayoría frente a los abusos de una minoría que quiere forzar la ley. Y si, como hacen, desprecian todas las razones de lógica política, histórica y social que anclan a Cataluña en España, tendrán que asumir los riesgos y consecuencias de su desafío. Incluso, con su inhabilitación política. El PSOE, tan difuso en su concepto del modelo de Estado, se equivoca al rechazar de antemano esta reforma porque la protección de la unidad de España es una prioridad.
Cataluña debe asumir que las ínfulas identitarias son contraproducentes en un mundo globalizado cuando se llevan al extremo de la ruptura emocional, el aislamiento económico y la desobediencia de las normas. Cuando Merkel elogia la gestión de Rajoy y se rinde a la evidencia de que nuestro país va a tener una tasa de crecimiento que duplica a la alemana, lo hace en el convencimiento de que España no se entiende sin Cataluña y viceversa. Es la misma convicción que demuestran los empresarios y la inmensa mayoría de la sociedad española, hastiada de que el secesionismo se niegue a rectificar para seguir alimentando una ensoñación que perjudica a todos los catalanes.
El aldabonazo dado ayer por Merkel es el golpe sobre la mesa de toda Europa contra los chantajes rupturistas. Y la réplica del Gobierno con su reforma del TC solo apela al sentido constructivo exigible a todo dirigente responsable. Mas ha demostrado no serlo y el Estado no puede quedarse atado de pies y manos.
EDITORIAL ABC – 02/09/15