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EL MUNDO – 25/02/16 – ARCADI ESPADA

· No creo que los medios trajeran la democracia a España. Pero la salvaron el 23 de febrero de 1981. El golpe se jugó en los medios y los golpistas lo perdieron. Impresiona en retrospectiva su error. Los golpistas solo utilizaron los medios para pasarse la hermosa consigna: «Cuando florezcan los almendros». Como dar hoy un golpe sin twitter. Ni uno solo de los españoles salió a la calle a rodear el Congreso de los Diputados o el Miquelete de Milans del Bosch. Estaban pendientes del partido.

 Lo ganaron gentes como Pedro Francisco Martín, Mariano Revilla, Manuel Pérez Barriopedro, José María García, Victoria Prego, Iñaki Gabilondo y Juan Luis Cebrián. Una vez ganado, los ciudadanos salieron a la calle para festejar el éxito que habían conseguido por delegación. Salvo en Cataluña donde ya empezaba a notarse la ausencia de la especie.

Si un golpe de Estado podía solventarse en los medios no iba a pasar nada distinto con las crisis sucesivas de la democracia. Es muy probable que la partida decisiva que iba a apartar por primera vez a Mariano Rajoy del gobierno también se jugara allí. El Partido Popular cometió en la gestión informativa del 11-M casi tantos errores como los golpistas del 23-F. No mintió, pero dejó que otros mintieran. Y el primero, Alfredo Pérez Rubalcaba que dio el golpe de salida de aquella cacerolada repulsiva: «Queremos un gobierno que no nos mienta».

Más que ninguna otra, la tercera crisis democrática, resultante de la crisis económica global, se jugó y se ganó en los platós de televisión. Otra vez la derecha reaccionó mal y tarde. Las televisiones compraron una larga serie ficcional, basada en 1992, que tanto éxito había tenido en la Italia de Di Pietro y Berlusconi. Se trató, como entonces, de poner en circulación la palabra alemana Schadenfreude, ese vengativo calorcillo que se siente cuando al otro le va mal. La más alta concentración de Schadenfreude se alcanzó aquella tarde en que a Rato le aplastaron el cogote. Pero los laboratorios televisivos son tan peligrosos como los médicos: un virus salió al aire y ha mutado en el tercer partido político de España.

A veces soy algo injusto con Pedro Sánchez. No le voy a quitar la parte de su infausto mérito en la imposibilidad de una gran coalición española. Pero hay una imposibilidad previa y más tajante. La vi ayer con nitidez donde Ana Rosa cuando presentaron una infografía que mostraba el peso aritmético de cada coalición: al aparecer los 253 diputados de la Grosse Koalition el share casi tocó el suelo.

Uf.

La Gorda no es sexy.