KEPA AULESTIA-EL CORREO

  • Tan cargante como la resiliencia de Sánchez puede ser el ‘rajoyismo’ del que Núñez Feijóo hace gala a diario

Las elecciones al Parlamento de Andalucía pueden anunciar mañana la apertura de un nuevo ciclo político en España. Lo harían de manera rotunda si la candidatura de Juan Manuel Moreno obtuviese la mayoría absoluta. También si el PP andaluz logra más escaños que la suma de las izquierdas. Incluso si se ve necesitado de Vox para gobernar. Lo improbable es que las urnas andaluzas afiancen al PSOE de Sánchez en su coalición con la izquierda de Yolanda Díaz y con sus aliados periféricos. Cuando será muy difícil que los votantes dejen las cosas siquiera como están ahora. El presidente puede verse obligado a agotar la legislatura precisamente como única opción para tratar de salvar su ejecutoria.

PSOE, Por Andalucía y Adelante Andalucía han cumplido con su guion de campaña anunciando que no se abstendrán en la investidura de Moreno Bonilla para evitar que Vox sea crucial. Mientras, Santiago Abascal aseguraba lo propio respecto al candidato del PP, emplazándolo a coaligarse con Macarena Olona. El presidente de la Junta ha sido fiel a su propio guion distanciándose de ella. Y Ciudadanos postulándose como cordón sanitario frente a la extrema derecha. Pero hay algo que todos eluden interpretar. ¿Cuál es la causa de que se haya naturalizado la presencia de Vox en las instituciones? El arraigo de la sinrazón en distintos sectores ciudadanos. Su blanqueo en un foro público del que son partícipes otras ‘opciones proscritas’. La polarización que ha dividido en dos bloques irreconciliables el imaginario político. Concurren todos esos factores dando lugar a una situación endiablada. Porque Vox se convierte al mismo tiempo en el argumento que revela las flaquezas de las izquierdas cuando necesitan de la extrema derecha para hacerse valer, y los límites del centro-derecha constitucionalista y autonomista que no puede prescindir de ella, mientras los ciudadanos restan importancia a las sombras que proyecta Abascal.

Los comicios andaluces de mañana debilitarán a Pedro Sánchez. Pero no está tan claro que vayan a fortalecer a Alberto Núñez Feijóo, para quien la espera hasta las próximas generales le puede resultar eterna. Tan cargante como la resiliencia de Sánchez puede ser el ‘rajoyismo’ del que el expresidente de la Xunta gallega hace gala a diario. Las incertidumbres y la complejidad del momento no le permiten destacarse a base de críticas genéricas que evitan ofrecer alternativas y de tanto en cuanto incurren en imperdonables descuidos. Andalucía, como Madrid, no es España. Tampoco lo es Galicia. El voto de los andaluces puede ser el preámbulo de un cambio de ciclo político. Pero siempre que el PP no malogre sus propias expectativas limitándose a esperar que caiga Sánchez. Cuando la prevista victoria de Juanma Moreno será de él y no de Núñez Feijóo.