Editorial, EL CORREO, 26/10/12
Las discrepancias sobre la celebración del Estatuto no pueden soslayar que sobre él se ha sustentado la convivencia entre vascos
La conmemoración ayer del 33º aniversario del Estatuto de Gernika adquirió el simbolismo añadido de ofrecer la primera imagen conjunta del lehendakari en funciones, Patxi López, y de su virtual sucesor, Iñigo Urkullu, tras las elecciones. La defensa que hizo López en su discurso del autogobierno que emana del marco estatutario resulta congruente con su programa de actuación al frente del Ejecutivo, al tiempo que anticipa que los socialistas contemplan dicho marco, en su futura posición opositora, como «el camino más ancho» para explorar eventuales acuerdos en los que «todos nos sintamos razonablemente cómodos». Esta expresión, que sugiere una voluntad de reivindicar la tradición del autogobierno en democracia pero sin soslayar el debate sobre su revisión, y el compromiso electoral de Urkullu de buscar un nuevo estatus político para Euskadi desde el pacto no deberían desembocar en una dialéctica de imposible entendimiento entre quienes apuestan por las potencialidades de la vía estatutaria y quienes abogan por rebasarla. Mientras, las divergencias partidarias sobre la conmemoración como Día de Euskadi de la fecha en que la ciudadanía refrendó el pacto de Gernika no pueden negar la evidencia de que estas tres décadas bajo su manto han sido las que han procurado una convivencia normalizada entre los vascos y las que les han conferido sus mejores niveles de bienestar y prosperidad, por lo que no hay ahora un día que represente mejor la pluralidad –la vasquidad compartida– del país. De hecho, la superación desde la legalidad del actual marco institucional solo podrá producirse sobre la base de un reconocimiento común de todo lo construido en estos años y que fue objetivo prioritario del dogmatismo etarra. La constatación en el acto de ayer por el exlehendakari Ardanza de que no cabe una paz con «amnesia» permite no solo honrar la memoria de las víctimas, sino subrayar que la organización tuvo en su punto de mira el autogobierno. Un recordatorio pertinente ante una izquierda abertzale ausente de la celebración en Vitoria y que pretende combinar en el nuevo Parlamento las demandas soberanistas con la constitución de una ‘comisión de la verdad’ a la medida de su relato del pasado de violencia.
Editorial, EL CORREO, 26/10/12