Un papel para el Gobierno Vasco

TONIA ETXARRI, EL CORREO 22/01/14

· Nadie se imaginaba que vaya a ser el Gobierno vasco quien pueda lograr «el final ordenado» de ETA. Entre otras cosas, porque ETA ha llegado ya a ese cuadro vegetativo en que se encuentra gracias al empuje del Estado democrático de los últimos años.

Pero el Ejecutivo de Urkullu, y el PNV, quieren ser los que pongan el candado al final de la trayectoria terrorista. Conscientes de que Rajoy ha situado su «línea roja» en la disolución de la banda ,y de que ETA no tiene intención alguna de disolverse de momento, quieren hacer un intento como oficiantes de la ceremonia. Por si llega algún día. Ahora que el Gobierno vasco ha reconocido su autoría del documento incautado a la abogada Arantza Zulueta, parece que los emplazamientos al PNV, de una parte de la sociedad bien intencionada, para que su coincidencia con Sortu en la manifestación en favor de los presos no tuviera continuidad, pecaron de ingenuidad. Un brindis al sol. Porque ahí sí que había plan. Un esquema para una ‘hoja de ruta’, una propuesta de trabajo a la izquierda abertzale «en materia de política penitenciaria» (cuya competencia corresponde al Gobierno central de turno).

El documento, que contiene expresiones que han chirriado al resto de partidos no nacionalistas, tiene visos de propuesta de negociación. Una especie de carta de presentación que podrá servir al lehendakari en su entrevista con el presidente Rajoy. Desde los primeros intentos de ETA de negociar con los distintos gobiernos del PSOE y el PP, el PNV siempre ha reivindicado para sí un papel de interlocución que logró calar con mayor o menor fortuna en la mayoría de los ejecutivos de La Moncloa desde que se instauró la democracia. La situación ahora es distinta. Con ETA desactivada para matar pero sin disolverse. Sin existir una negociación entre el Ejecutivo y la banda, el papel de la mediación para el PNV se convierte en poco más que un intérprete de la izquierda abertzale en ese pulso que ambas fuerzas políticas mantienen desde que los herederos de Batasuna volvieron a las instituciones.

Los nacionalistas quieren tener un papel en esta importante historia, ahora que se vislumbra el final de tanto sufrimiento. Tendrán que vencer la tentación de tomar atajos. La historia ha demostrado que no sirven. En su relación privilegiada con el Gobierno de España, se dan muchas coincidencias, sin duda. Y muchas discrepancias en la política denominada de pacificación. La posibilidad de que se inhabilite a los miembros de ETA excarcelados para concurrir a las elecciones ha puesto en guardia al Ejecutivo vasco. Un «paso atrás» decía su portavoz Erkoreka.

Sí, un paso atrás para ETA si quiere ir colocando a sus mejores piezas en las instituciones. Pero el ejemplo empleado para justificar su oposición es, por lo menos, discutible. Citó al preso Yoldi . Si pudo presentarse como candidato por HB en 1987, cuando ETA mataba, ¿por qué ahora se quiere poner impedimentos? La respuesta la puede encontrar en las víctimas, por ejemplo. ¿En qué quedaron esas iniciativas que sus señorías aprobaron, una y otra vez, para impedir que se las humillara? Pero recurrir a las víctimas, precisamente ahora, quizás sea un incordio.

TONIA ETXARRI, EL CORREO 22/01/14