Un símbolo perseguido por ETA

EL MUNDO 03/06/14

· INTENTO. El hijo de Rego Vidal participó en el atentado más serio planeado contra el Rey.
· Planificó varios atentados contra un Rey que siempre ha recordado a las víctimas

«Le diría que a veces pienso en el peligro». Quien eso dice ante la cámara es un Rey todavía joven que, no obstante, tenía muchos motivos para sentir miedo porque había estado ya en el punto de mira de ETA de forma reiterada; de la ETA potente, la que se regodeaba en su cerrilismo en los años en los que mataba a una persona por día, prácticamente.

De hecho, la organización terrorista, enardecida por el éxito que había cosechado con el asesinato de Carrero Blanco, intentó en muchas ocasiones cambiar la Historia de España descabezando la Jefatura del Estado democrático y en una de ellas estuvo a punto de conseguirlo. ¿Se imaginan qué hubiese ocurrido si Juan José Rego Vidal, un tipo desequilibrado, obsesionado con golpear a la Monarquía, hubiese cerrado con precisión los planes que le llevaron a la localidad mallorquina de Alcudia? Hablamos de 1995.

Frecuentemente, las historias semisecretas en las que se ven involucrados los miembros de las familias reales tienen bastante de película de características varias. Y a veces parecen extraídas de libros de espionaje. Y esta no lo fue menos, aunque el nombre del velero elegido por los terroristas, La gallina bonita, rompa cualquier intento de épica narrativa.

En la preciosa belle poulet se subieron los terroristas en el puerto de Niza, surcaron el Mediterráneo hasta la dársena de Alcudia para tener controlado el yate del Rey, alquilaron una casa en la calle de Rafaeletas de Porto Pi, cerca de Marivent, y enfocaron sus rifles de mira telescópica hacia la cabeza de Don Juan Carlos.En tres ocasiones lo tuvieron a tiro mientras la Policía, que les seguía desde Francia, les perdió la pista durante días. Rego Vidal no se atrevió porque su comando, en el que estaba su hijo, no tenía preparada la salida y todos fueron detenidos poco después. Pero estuvo más a punto que nunca y tenía práctica: su primer intento se remontaba a cuando, en 1975, el objetivo del plan había sido Don Juan, el padre del Rey.
Contumaz, Rego Vidal se centró en el entonces Príncipe en una operación que le costó su primera detención en 1978, cuando el superagente Roberto Conesa, comisario general de Información, le paró los pies en Ibiza mientras vigilaba el yate Fortuna. Su último intento se produciría en 2005, tras dos años de preparar, de nuevo infructuosamente, el magnicidio. A pesar de todo, en 2010 se supo que, tras un infarto, el juez le mandó a casa a cumplir la condena.

Rego Vidal corrió mejor suerte que otro de los designados por ETA para acabar con Don Juan Carlos. José Azaola Jokin fue asesinado por sus compañeros poco después de admitir que frustró un intento de secuestro del Príncipe en 1974, tras consultar con Jesús Mari Leizaola, el lehendakari en el exilio. Y Santi Potros pasó unos cuantos años en prisión por muchos motivos, entre los cuales se encuentran los documentos que le fueron interceptados sobre la colocación de bombas en la estación invernal de Baqueira Beret.

Hay más historias en las que el Rey aparece como objetivo de la banda. E historias nunca confirmadas en las que, el que fuera secretario de la Casa del Rey, José Joaquín Puig de la Bellacasa, aparece intentando negociar a espaldas del Gobierno socialista, una paz previa a los Juegos Olímpicos de Barcelona, en una gestión que las malas lenguas aseguran que le costó el cargo tras la desautorización de Don Juan Carlos.
Pero el principal hilo conductor del argumento del Rey y ETA no tiene que ver con los atentados planeados, por importantes que hubieran sido sus consecuencias. Permanece en la retina el momento en el que Don Juan Carlos se mantuvo sereno cuando los diputados de Herri Batasuna interrumpieron su discurso en las Juntas de Guernica, con cánticos del eusko gudariak, en 1981, en los peores años de plomo. Y quedan para la Historia todos los discursos de respaldo a las Fuerzas de Seguridad por su trabajo contra ETA y de determinación en el apoyo a las víctimas del terrorismo.

En marzo de 2004, los Reyes presidieron por primera vez unos funerales de asesinados por terroristas, en este caso, por islamistas. Fue tras el atentado más sangriento de España. La primera vez que lo hicieron por una víctima de ETA, rompiendo una tradición de 30 años, fue para honrar la memoria de Raúl Centeno, el primer guardia civil asesinado en Francia, cuando su compañero, Fernando Trapero, estaba todavía vivo. Antes, el príncipe Felipe había encabezado las manifestaciones de dolor por Miguel Ángel Blanco. Y antes, por el magistrado Tomás y Valiente.

Si hay algo cierto es que el Rey ha enterrado a muchos amigos, militares y civiles, asesinados por ETA, y la Familia Real siempre ha tenido un especial reconocimiento para ellos. «Hay que seguir y seguiremos dándoles en la cabeza», aseguró dolido de forma improvisada e informal tras el asesinato de las dos últimas víctimas de ETA en España, precisamente dos jóvenes guardias civiles, Diego Salva y Carlos Sáez de Tejada, abatidos en Palma en 2009.

La última vez que mencionó a las víctimas fue en su último mensaje de Nochebuena, tras la anulación de la doctrina Parot por Estrasburgo. «Sé que estáis pasando momentos difíciles», les dijo. Y su foto emblemática ese día, en el último discurso pronunciado como Rey por la Navidad, traía el rostro de Mari Mar Blanco, la presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo.

EL EXTRAÑO VIAJE DE LA ‘BELLE POULET’
Mallorca como destino. Los etarras utilizaron un velero en 1995 para desplazarse desde Niza y acercarse a la embarcación de Don Juan Carlos. Aseguraron que le tuvieron tres veces a tiro pero que no dispararon porque no tenían la huida asegurada. / EFE