Una banda sin efectivos ni liderazgo

EL CORREO 20/10/13
FLORENCIO DOMÍNGUEZ

En los últimos meses ha habido más etarras en las embajadas pidiendo el pasaporte para regresar legalmente que en la clandestinidad

«Son pocos y sin movimientos». Así resume un mando policial francés la situación de ETA al cumplirse dos años desde que la banda terrorista anunciara el abandono de la violencia. Se constata una disminución de la actividad clandestina, por un lado, mientras que, por otro, hay que registrar el hecho de que la mayor presencia de etarras haya tenido lugar a las puertas de las embajadas y consulados españoles para obtener pasaportes. Más de un centenar de huidos han solicitado documentación para poder regresar legalmente y la mayoría la han conseguido al no tener causas pendientes.
La cúpula etarra Iratxe Sorzabal, David Pla y ‘Josu Ternera’ dirigen la banda, según los servicios antiterroristas El poder de los presos El núcleo político de peso de ETA está en la cárcel y no en las estructuras de la clandestinidad

Sin causas pendientes Ningún huido en Venezuela figura entre los 130 que han intentado legalizar su situación
Un informe de los servicios antiterroristas españoles realizado el pasado año cifraba en una treintena el número de miembros encuadrados en ETA que operaban en territorio francés; de ellos, una decena ocupaba alguna función de responsabilidad. Desde entonces se han registrado más bajas que incorporaciones conocidas. La última operación importante en Francia se produjo en mayo con la captura simultánea en tres ciudades de seis miembros del aparato logístico. Los servicios de información franceses (DCRI) y la Guardia Civil tomaron la decisión de arrestar a los sospechosos después de tenerlos un tiempo controlados y ver que sus contactos con otros miembros del grupo terrorista eran escasos. Y, por supuesto, también al comprobar que no estaban al tanto de lo que decidían o debatían sus jefes, a pesar de que la ponencia base del debate hablaba de intensificar la participación de la militancia en la toma de decisiones.
Un dato que evidencia el descenso de la actividad clandestina de los etarras es el de los robos de vehículos en Francia. Hace diez años, en 2003, la Policía gala recuperó 63 coches sustraídos por miembros de ETA para utilizarlos en sus desplazamientos por el país. Entre 2002 y 2009, la cifra se situaba en una media de casi 60 al año. El número empezó a descender en 2010. El pasado ejercicio hubo 25 casos y 12 desde el pasado enero. Estas cifras son un indicador de una menor presencia de etarras operando en territorio galo, aunque algunos militantes han sido enviados fuera de Francia –a otros países europeos– para reducir el riesgo de ser detenidos.

Mayor papel político
En el debate interno iniciado el pasado año y continuado en 2013, ETA estableció que «no se desarrollará» la estructura encargada de «la actividad armada». Algunos responsables policiales interpretan que supone la desaparición del aparato militar, aunque otros consideran que sólo se traduce no reforzar lo que tengan ahora. La reestructuración planeada por ETA implicaba adaptar el aparato logístico a la nueva situación y, sobre todo, reforzar el aparato político. Los dirigentes de la banda querían disponer de los recursos humanos necesarios para tener un mayor papel político. En su agenda estaba la negociación con España y Francia, mantener contactos internacionales, reuniones con organizaciones vascas, tutelar desde la lejanía a la izquierda abertzale, etc.
Los servicios antiterroristas sitúan en la dirección de la banda a los tres representantes que estuvieron en Noruega: Iratxe Sorzabal, David Pla y ‘Josu Ternera’. Junto a ellos colocan a José Ignacio Reta de Frutos. A este último se le atribuye la responsabilidad del aparato logístico, donde se sitúa como lugarteniente a Xabier Goyenechea Iragorri. Dentro del aparato político la Policía encuadra a Mikel Irastorza Artola y a Egoitz Urrutikoetxea, el hijo de ‘Josu Ternera’.
La dirección política de ETA ha cosechado un fracaso importante en los dos últimos años al no ser capaz de llevar a los gobiernos de España y Francia a la mesa de negociación como era su objetivo principal. Y el debate abierto en la primavera de 2012 se ha arrastrado sin llegar a presentar las conclusiones finales, aunque de hecho se haya ratificado el fin del terrorismo.
El núcleo político de peso en las filas de ETA, en realidad, parece estar dentro de las cárceles en vez de en las estructuras de la clandestinidad. El grupo de veinte internos que forma la dirección de los presos y que fue dado a conocer en junio del pasado año establece las líneas de comportamiento de los etarras encarcelados, pero va más allá en sus documentos. Las posturas básicas que aparecen en los textos de la dirección de los presos terminan aflorando en los comunicados de ETA. No en vano, al frente de ese grupo de veinte presos figuran Mikel Antza, Soledad Iparraguirre ‘Anboto’, Jon Olarra Guridi, José Javier Arizkuren Ruiz ‘Kantauri’, Pello Eskisabel ‘Xerpa’; Iñaki Esparza Luri o Mobutu, entre otros. Son todos pesos pesados que han tenido importantes responsabilidades en la dirección de ETA y que parecen mantener su influencia aunque estén en prisión. A fin de cuentas, la ETA exterior –con la excepción de Ternera, que tiene ascendiente, pero que no ha estado en la gestión del día a día de la banda desde hace años– está mermada de efectivos y liderazgo, mientras que detrás de los barrotes sobran líderes y militantes.

Regreso de fugitivos
ETA ha adelgazado sus estructuras al máximo y también los círculos de huidos que la rodeaban y en muchas ocasiones le daban arrope. Esto último lo ha hecho permitiendo el regreso de fugitivos que durante muchos años han estado lejos de casa, a pesar de que la mayoría de ellos no tenía ninguna causa judicial pendiente. Alrededor de 130 huidos se han acercado a las embajadas y oficinas consulares españolas de seis países para pedir la documentación y legalizar su situación. Incluso una decena de ellos ha acudido a las oficinas del DNI en España. Llama la atención que ningún huido en Venezuela haya solicitado documentación, aunque también es cierto que en ese país se han refugiado los más radicales y muchos de los que tienen causas pendientes que saben que no pueden volver.
Los servicios de Asuntos Exteriores y del Ministerio del Interior han examinado caso por caso para determinar si podía dárseles el pasaporte o el DNI en función de su situación legal. Una buena parte lo ha conseguido, pero no todos. Una vez documentados, la vuelta a casa es ya una decisión personal de cada fugitivo. Muchos han regresado de América –de Cuba han vuelto media docena de fugitivos– y se han instalado en Francia, pero no se han decidido a cruzar la frontera, tal vez porque en algunos sectores están pensando la posibilidad de convertir el retorno en un acto propagandístico.