Una deseable legislatura de consensos entre el PP y el PSOE

EL MUNDO 25/10/16
EDITORIAL

EN LA JORNADA posterior al día D, en el que el PSOE decidió abstenerse y facilitar la investidura a Mariano Rajoy, el todavía presidente del Gobierno en funciones echó un cable a los socialistas, muy divididos en la cúpula y en las bases como consecuencia de este apoyo al PP. «Hay cosas que son buenas y de las que se puede hablar», dijo ayer Rajoy al referirse a la resolución que aprobó el Comité Federal del pasado domingo.

El texto mantiene los principales objetivos marcados en el programa con el que los socialistas se presentaron a las elecciones de diciembre y de junio. Por eso consideramos que esa receptividad es un buen inicio de esta nueva etapa política. Que el próximo presidente del Gobierno –salvo hecatombe– esté dispuesto a negociar medidas de calado y reformas estructurales para el futuro con el segundo partido más importante del país es positivo. Si ambas formaciones son capaces de gestionar adecuadamente sus problemas –de corrupción, unos, y de posicionamiento en el mapa político, otros– y ponen el interés en servir al bien común, podemos estar ante una legislatura que permita afrontar las reformas pendientes mediante el consenso que tanto se necesita.

¿Será posible conseguir este espíritu constructivo entre PP y PSOE, algo inédito desde el final de la Transición salvo en las cuestiones fundamentales del terrorismo y la integridad territorial o cuando una directriz ha sido impuesta desde Bruselas? Probablemente la única razón que tendrá la cúpula socialista para justificar haber concedido el Gobierno a Rajoy es lograr, haciendo oposición pero llegando a acuerdos, ese «giro social» de las políticas del PP.

El documento del PSOE traza los «objetivos políticos inaplazables» que los socialistas van a defender «ante el Gobierno y el conjunto de las fuerzas políticas». Unos temas son cuestionables, como la derogación de la reforma laboral, sobre todo ahora que se está comprobando con resultados que está surtiendo efecto, pero sí se pueden estudiar temas como la protección de los parados de larga situación o la nueva tipología de contratos –incluida ya en el acuerdo entre el PP y Ciudadanos–, sobre todo a raíz de las últimas sentencias judiciales sobre la temporalidad. Vemos imprescindible también ese «pacto de Estado en materia educativa», aunque tampoco estamos de acuerdo en la derogación «completa» de la Lomce, como piden los socialistas. Hay que recordar que si la educación en España está en el nivel que está se debe al modelo implantado por el PSOE en 1985, ya que, desde entonces, la única norma no socialista que ha llegado a aplicarse –y a medias– ha sido la del ex ministro José Ignacio Wert.

El consenso será imprescindible a la hora de proponer nuevas medidas contra la corrupción, así como para «recuperar la normalidad institucional con Cataluña» y promover un nuevo modelo de financiación autonómica, objetivos planteados también por el PSOE. La reforma de la Justicia deberá estar también entre las primeras metas de la legislatura que está a punto de comenzar.

En este marco se van a mover las relaciones entre el PP y el PSOE en los próximos meses. Por eso Rajoy va necesitar componer un Ejecutivo con personas abiertas al diálogo y a la negociación, y que sean aceptadas por el resto de las fuerzas políticas. En este sentido, no se entendería, por ejemplo, la presencia en el próximo Gabinete del ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, cuando acaba de ser reprobado por todos los grupos de la oposición en el Congreso.

El PP va a necesitar al menos a otras dos fuerzas políticas para aprobar las leyes importantes. Ello va a exigir, una alta capacidad de negociación tanto en el grupo parlamentario como en el Gobierno. El Ejecutivo deberá poner en marcha las medidas contempladas en el acuerdo firmado con Ciudadanos –Cristina Cifuentes puede dar fe de lo que ello significa– y, como decimos, sería un tremendo error intentar dejar al PSOE al margen de las principales reformas que son necesarias.

Lo cierto es que la próxima legislatura va a inaugurar una forma de gobernar inédita en España. Rajoy insistió ayer en su voluntad de «diálogo», con el único límite de la unidad de España y del cumplimiento de la ley: «De todo lo demás se puede hablar», afirmó. Una de las piedras de toque de ese afán de entendimiento será el talante de las personas que designe para su nuevo Gabinete. En la elección de los nuevos ministros va a notar Rajoy lo que supone presidir un Gobierno en franca minoría parlamentaria.